miércoles, 19 de diciembre de 2012

Sobre el Fin del Mundo y su Mala Traducción


Advertencia:En función del tiempo, este post es sólo medio serio, pero lo suficiente para ser post.
Me he apurado un poco para poder escribir esto antes de que se acabe el mundo pasado mañana jejejej, precisamente el tema de hoy, quizás el último (no es en serio) es el fin del mundo.
La temática del fin del mundo, es un fenómeno muy interesante en términos sociológicos y culturales, de entrada vamos a aclarar que desde esta tribuna innecesaria y complejamente cotidiana no creemos en que el mundo se vaya a acabar pasado mañana no obstante el hecho de que sea creído y sobre todo la forma de la interpretación colectiva que circula son del todo interesantes puesto permiten disparar preguntas, conjeturas y  en nuestro caso también una hipótesis.
Par no aburrir tanto al que no quiera leer mucho y también para joder de pasaíta el formato clásico partiré por la conclusión.
4.-Conclusión
Nuestra tesis es que  lo que opera en la neurosis mediática y contemporánea del fin del mundo en sociedades capitalistas y secularizadas como Chile, es por una parte: un error garrafal en la traducción del sentido del “fin del mundo” y por otra una persistencia del pensamiento confesional que logró trascender a su marco teológico original y que se ha instalado en ciertas áreas del sentido común  laico como lo es el “apocalispsismo”. Esto en el contexto de transformaciones mayores en las relaciones individuo y sociedad.
El mismo artefacto textual y lingüístico “fin del mundo”, tomado para el caso que nos convoca de tradiciones medianamente recuperadas e interpretadas desde los mayas y otras culturas americanas precolombinas (especialmente mesoamericanas) no tiene el mismo sentido que el fin del mundo desde los discursos apocalíptico confesional ni apocalíptico secular, hay ahí una tensión semántica invisible en la histeria contemporánea y que desarrollamos en secciones anteriores de este mismo post.
La traducción sobre la que operan las discusiones es groseramente literal, no se interroga por el sentido ni la importancia de la traducción en si como ejercicio, es como si hubiesen usado el traductor de google para hacerlo con lo que creemos relevante preguntar, y que el sentido no es importante? Por cierto que lo es, que diría mi amigo Cristian Guerra si se le consultara por tan burdas traducciones.
Y ese punto de partida marca un axioma erróneo, sobre el que se construyen una serie de imaginarios también erróneos y que mueven esa histeria ligth tan florida en estos días de víspera finmundista.
Ni la idea de fin ni la idea de mundo son iguales para culturas como las precolombinas y muchas otras que aún sobreviven a la globalización que para nosotros, herederos del judeocristianismo, el greco-romanismo, e hijos medios no reconocidos de la modernidad occidental.  Esa es nuestra posición de lectura (como occidentales).
Por lo tanto el fin del mundo que se podría haber enunciado desde las fuentes originales de los pueblos originarios no tiene que ver con el fin del mundo que occidentalmente interpretamos puesto su posición de escritura es ontológicamente distinta a la nuestra.
En ese error de interpretación que deriva un error en la traducción socializada vemos además una imposición neocolonial del sentido occidental sobre el sentido originario, lo anterior de una forma probablemente inconsciente pero que da cuenta del solipsismo occidentalista tan propio de la modernidad y de su cara obscura (parafraseando a Walter Mignolo), el colonialismo.
Entonces si usted es un apocalíptico, le recomiendo que se relaje porque no va a pasar lo que usted teme ahora si usted disfruta de tener miedo entonces aprovéchelo antes de pasado mañana. A los new age no les recomiendo nada porque la tienen más clara y saben que hacer.
Para el resto que tenga tiempo y que crea que el mundo no se acaba...les invito a leer lo que sigue....

1.-Siguiendo los nudos de las ideas
Comienzo el desarrollo de las ideas a partir de dos elementos esbozados en párrafos iniciales como lo son, por una parte la creencia y por otra la interpretación, estos elementos como centrales pero que deben ser contrastados con una interrogación del sentido y la genealogía algo más compleja del discurso que se conforma a partir de este discurso contemporáneo y que es heterogéneamente compuesto.
Primeramente la creencia, como ya habíamos planteado para el contexto de sociedades con algún grado importante de secularización como la chilena, ha sido afectada principalmente en sus formas institucionales tradicionales, esto es ligada a doctrinas formales y preceptos institucionales lo que es consistente con los fenómenos de desinstittucionalización que plantean algunos, pero en ningún caso lo ha sido a nivel subjetivo, lo anterior es consistente aun con las transformaciones que separan al moderno sujeto de las instituciones que plantean otros por ahí por la sociología denominada contemporánea (pueden meterse en esa bolsa por ejemplo a conspicuos especímenes como Giddens, Touraine, posmodernos a granel, estudiosos de la religiosidad popular en EEUU, Francia; Brasil, México y Argentina por solo hacerla corta).
Partimos del supuesto de que la creencia forma parte de las practicas subjetivas propias del ser humano y que más allá de sus ejercitaciones ya sean estas propiamente religiosas, políticas o filosóficas existe en aquellos procesos, en tanto cognitivos también una base afectiva (aquí recurrimos a la eminente y sapiente buena onda de Varela y Maturana), por lo que las transformaciones sociales en las instituciones que usufructúan de aquello, los sujetos mantienen su propias formas de practicar la creencia buscando o creando sus satisfactores alternativos, en particular en contextos secularizados.
Es decir que la institución religiosa al ver afectada su legitimidad tiende a perder su monopolio de proveedor de verdades trascendentales, emergiendo nuevas fuentes de satisfacción de la necesidad de creer, esto tanto a niveles individuales como colectivos.. entre estas nuevas formas de creencias como ya habíamos visto están las conspiraciones a las que ya les dimos algunas vueltas por acá en  algún momento y también está por cierto la creencia en el fin del mundo.
En este punto debemos hacer una distinción puesto hay al menos dos formas discursivas que acá se encuentran y que en apariencia textual son similares pero que en genealogías y contenidos semánticos son bastante distintas, a saber las vamos a distinguir para fines analíticos en dos bandos (no obstante puedan en la realidad estar mezcladas de formas diversas) por una parte tenemos la tradición apocalíptica del fin del mundo (confesional y secular) y por otra a la que llamaremos new age.
Ambas comparten desde distintas raíces el artefacto textual y narrativo llamado “fin del mundo” pero ambas están hablando de cosas distintas, y por sobre todo subrayo que sus genealogías son radicalmente distintas.
Podemos partir con la buena onda del New Age, este heterogéneo movimiento muy popular a partir de los 60´s tiene a su favor el punto de que su interpretación es más respetuosa del sentido ontológico de la noción de fin de mundo, que habrían planteado loa mayas y otros pueblos, su interpretación (tal como su nombre indica) está más ligada a un cambio de era, de etapa, algo más shuper buena onda aunque esto puede variar en función de las manifestaciones muy diversas en base de la facción New Age que se consulte o del gurú de turno que ande flotando por ahí. Lo que quiero destacar es que su traducción es mejor en el sentido de que no impone el sentido literal sino que al menos intenta rescatar el sentido de significado, para ponerlo en términos lingüísticos están más en el significado que en el significante. 
Como manifestación posmoderna e incluso poscolonial, el new age es una forma de reapropiación híbrida y transcultural de tradiciones exóticas en las que los sujetos buscan vivir la experiencia de creer, más allá de las prescripciones tradicionales y por tanto no es de extrañar que sean tan populares (y cada vez más) en sociedades aparentemente secularizadas y sobre todo en sus capas medias.
El fin del mundo new age no es un armagedon ni nada parecido, es más bien un cambio de etapa.
Para comprender lo anterior debemos explorar e interrogar la noción de mundo.

2.-Acerca de la Noción de Mundo
Hasta los albores de la modernidad la noción de mundo que se manejaba en Europa no era radicalmente distinta a la de otras cultura, a saber la idea de mundo daba cuenta de una organización del sentido y del significado, se trataba de una concepción de la realidad, en términos filosóficos se acercaba a lo que posteriormente llamamos ontología.
Pero con el proceso de emergencia del mundo moderno ocurrieron transformaciones profundas, las que tocaron casi todos los aspectos de la vida material y espiritual de las sociedades europeas, entre ellos también la noción de mundo.
Ese mundo que significaba sentido, significado para sus participantes comienza a transformarse apropósito de los viajes de “descubrimiento” y posterior conquista y colonización de los hasta entonces nuevos territorios.
Anterior  estos viajes no existía una imagen ni una aproximación física o al menos una representación gráfica del mundo, con ellos aparecerán los primeros mapas que intentan dar una visión física del mundo y con ello para nosotros en occidente la idea de mundo se haría cada vez más sinónima a la de planeta como cosa objetiva (se recomienda acá el eminente trabajo de Mary Louis Pratt “Ojos Imperiales”). El desarrollo del pensamiento científico ayudaría a consolidar este nuevo sentido para el mundo, ahora resignificado a través de la herramienta humanista de la ciencia, muy relevante a aquello fueron el desarrollo de la cartografía y posteriormente su engendro científico la geografía moderna, así como también la historia natural que pariría más tardía mente a la biología (interesante en este último punto puede ser revisar un par de capítulos de “Las Palabras y las Cosas” de Foucault).
El resultado de lo anterior es que para nosotros mundo es lo mismo que planeta como cosa objetiva, por tanto un fin del mundo es un fin del planeta, es decir si o si con el fin del mundo nos jodemos todos.
En cambio para culturas no occidentales de muchos untos del globo y en diversos momentos del devenir la idea de mundo remite a una totalidad de sentido, no a una imagen objetiva y cosificada del planeta, por lo que el fin del mundo ha sido comprendido desde esa posición como un cambio en las relaciones entre los pueblos, la naturaleza y el universo...  y por cierto entre los seres humanos (esto para bien o para mal).
Los finales de mundo marcan los cambios entre una época y otra en las que las concepciones de la realidad cambian y en que las relaciones entre  y al interior de los pueblos también cambian.
Ahora en el caso concreto Maya y su interpretación new age lo que se plantea es que un movimiento estelar generaría el hito de inicio de una nueva etapa, no que se acaba el mundo como planeta puesto esa no fue nunca una idea propia de los Mayas. La interpretación new age puede ser discutida pero no es el objeto de este post el hacerlo por lo que continúo con las argumentaciones.

3.-Apocalispsismos
Acá encontramos cual múltiples ríos que se encuentran y se funden para dar caudal a una interpretación contemporánea que queremos diseccionar, otro afluente no menor como lo es el apocalipsismo.
Este riachuelo poderoso tiene su origen en las aguas confesionales de la lectura literal de la biblia judeocristiana, la que nos parece, ha tenido una importante influencia cognitiva al mezclar en la cultura  popular elementos disimiles como la lógica y la creencia.
Esta última afirmación no es menor, pero al no ser objetivo de este post  solo diremos que mediante el adoctrinamiento moral se ha logrado un condicionamiento lógico que ha logrado instalar en la cultura y más allá de las adscripciones religiosas la teleología narrativa de la biblia, lo que ha derivado en una estructuración que “facilita” pensar linealmente de manera de que pensamos que las cosas tienen un génesis y un apocalipsis, un comienzo y un final.. por tanto es esperable un fin del mundo, que se potencia con la idea sinónima de mundo y planeta.
El apocalipsismo si bien es originario para nuestra cultura de la tradición judeocristiana ha logrado trascender su progresivo desprestigio de la mano de su aparente lógica, por lo tanto no es extraño que los seculares tengan predisposiciones favorables a creer apocalípticamente aún cuando no crean en dios ni participen de confesión alguna.
El apocalipsismo secular ha conquistado espacios a través de los medios de comunicación por lo general poco serios como History Channel (Coincidimos con la crítica de South Park en ese sentido, tal cuall) y otros tantos, que construyen argumentaciones en collages audiovisuales que son socialmente dtados de credibilidad en tanto son hechos en “género documental” (que ya criticáramos ligeramente aquí mismito ), lo que demuestra en parte lo dócil de las audiencias.
Estas construcciones apocalípticas suelen mezclar sin ningún respeto por la sintaxis argumental elementos tomados de la tradición bíblica, maya, new age y lo que sea, logrando armar siempre collages heterogéneos pero organizados audiovisualmente según el formato documental “más creíble” del mercado contemporáneo, los que reconozco por cierto que son bastante entretenidos en términos televisivos no obstante lo pobre de su valor investigativo
Es interesante destacar el papel de los medios en esta histeria apocalíptica, a la ya comentada labor de bodrios actuales como History Channel, o canales de cable que le siguen bien de cerca, a nivel local chilensis debemos decir que nuestro país ha sido atacado hace ya aproximadamente dos décadas por uno de las grandes pandemias contemporáneas como lo  ha sido y aún es,  el flagelo nacional de los matinales de TV, estos han colaborado bastante en propagar sentido común a partir de refritos de segunda mano del Internet. Debemos ser justos y  también mencionar más que honrosamente a Salfate (catalogado por los expertos como especímen de conspiraoicus mediáticus chilensis), importante personaje en estas lides y este nuevo sentido común googleado, emergente de refritos web.
Cabe también destacar que este tema no ha tenido mayor importancia en otros países, Chile para variar sacando medalla, pero creo que lo anterior debe comprenderse a la luz no sólo de la influencia de los medios sino de una larga data de apocalipcismo local derivada de desastres naturales que hacen que los fines de mundo y los apocalipsismo tengan una base histórica de verosimilitud, lo que puede dar para otro post.

5.- Palabras Finales
Como cierre plantear que  para nosotros la noción de fin de mundo apocalíptica, tanto confesional (ya fallida en el 2000) como secular deben ser descartadas ya, no después de pasado mañana.
En cambio la new age amerita un a discusión mayor, a que puede darse después de pasado mañana y en días posteriores.
Este es un tema interesante desde la discusión de imaginarios poscoloniales y sus que puede llevarnos a modificar sanamente algunas certezas epistemológicas provincianas de raigambre eurocéntricas que constituyen sentido común para nuestra cultura.
Para finalizar destacar la cualidad hermenéutica del fenómeno, la interpretación supone el encuentro de subjetividades que piensan al otro y que pueden o no una reflexividad en dicha interpretación, en este caso, el del apocalipsismo contemporáneo queda claro que lo que se hace es imponer un modelo que transforma la interpretación en una proyección cultural de quien interpreta y no una expresión de quien enuncia.
Lo anterior da cuenta de la relevancia de la traducción como ejercicio transcultural y por tanto a tratarla de una manera más reflexiva.