jueves, 10 de abril de 2014

La Carretera 1 en Niger: Dialécticas de la experiencia histórica y Espacios de la memoria


En el siguiente post comparto mi lectura y revisión de un notable trabajo antropológico, "Road Mythographies: Space, Mobility, and the Historical Imagination in Postcolonial Niger” (2002) de Adeline Masquelier, un trabajo que pone en juego una lectura en que el espacio, la historia y la memoria se coproducen a través de una historia y experiencias colectivas de colonialidad, expropiación y contradicciones. Mi propia lectura recupera algunos abordajes que pongo en diálogo a algunas cuestiones relativas a mi investigación actual en antropología del espacio e historia regional. 

Descontando algunas muy notables excepciones, las ciencias sociales sociológicas y antropológicas, en especial en sus vertientes clásicas han tenido en la dimensión espacial como una de sus grandes deudas, por fortuna -y por qué no también por las intersticialidades de la modernidad tardía- se ha producido un giro hacia la espacialidad, podemos en ese sentido mencionar por ejemplo la influencia de autores tan relevantes como Henry Lefebvre y su “Producción Social del Espacio”. Desde las páginas del autor francés podemos estar de acuerdo en que el espacio es una relación social, una relación social en la que la dialéctica y la historia no quedan ausentes sino que deben ser especialmente atendidas.
Es el espacio  una dimensión íntimamente ligada a las formas de temporalidad y por tanto inseparable de las formas de memoria social que los grupos humanos construyen.
El trabajo de Adeline Masquelier, antropóloga africanista norteamericana,  reúne muchos de estos elementos y lo hace de una manera notable, sobre todo en su forma de textualización en la que logra una claridad increíble para un conjunto de fenómenos que están impregnados de una complejidad tal, que a mi criterio sorprende la precisión con que se expresa narrativamente.
Hablamos de una antropóloga con una marca de formación muy clara, a mi juicio su trabajo -por cierto brillante e imaginativo- permite rastrear la influencia de los Comaroff -Jean Comaroff fue su maestra de doctorado- y su propuesta de “imaginación histórica” Comaroff y Comaroff (1992)[1], en la que a su vez y haciendo algo de arqueología de las ideas se puede rastrear incluso la huella de un grande como Evans-Pritchard[2] (1974:52-56; 1977:111-155).
Es Masquelier en cierta medida una heredera o más bien, una continuadora de la escuela a la vez histórica, espacial y política configurada por los Comaroff, y su trabajo reúne algunos de las principales marcas desarrolladas por los sudafricanos, a saber, la importancia de la historia, las dinámicas dialécticas de la memoria y las formas que la violencia poscolonial marca en el paisaje subjetivo de los pueblos investigados.
El trabajo de nuestra autora centra en las memorias compartidas por los Mawri de Niger respecto del paisaje social y los significados de la carretera dentro de la materialización de su experiencia colonial.
La carretera, entendida asépticamente como símbolo de progreso, como ícono de la nación poscolonial deja afuera formas de subjetividad que están atravesadas por la violencia y por múltiples y complejas superposiciones en la experiencia histórica.
La carretera es por tanto un fenómeno de construcción de un nuevo orden, a la vez que de destrucción y descomposición de otros tantos, la carretera se revela como un protagonista de la modernización colonial de Niger, proceso en el que el terror y el sufrimiento quedaron impresos de forma indeleble en su construcción, por tanto la carretera habría no solamente borrado el pasado en tanto transformación del paisaje sino que además lo cubrió de capas de grava y asfalto (Masquelier 2002:830), esto de forma figurada como literal, no obstante mi lectura de su trabajo hace que tenga destaque una persistencia dialéctica del pasado.
Su trabajo hace eco también de los cuestionamientos a lo que la autora denomina como “el conveniente isomorfismo entre el espacio, el lugar, la cultura o la nación” (Ibid: 832), recurriendo a aportaciones provenientes de la teoría posmoderna, los estudios poscoloniales y la teoría feminista.
Recogiendo lo planeado en el párrafo anterior resulta en una articulación central en su trabajo y en el que la autora nos plantea que la carretera-para los mawri de Niger- vincula el pasado y el presente, los funde en una tangible inmediatez. Es decir para los Mawri, la carretera hace presente un pasado de sufrimiento, terror y violencia vivida, experienciada en el periodo poscolonial[3].
Aunque ya son varias décadas las que han pasado desde la construcción de las carreteras, las autora señala que estas pese a ser una parte ya asimiladas del paisaje no son consideradas como lugares neutrales y seguros.
Para los Mawri la carretera aparece como un espacio habitado por una serie de espíritus no domesticados, los que deambulan por la carretera fuera del potencial control de los humanos y a la vez inmunes a la protección de los amuletos. Pero cabría preguntarse sobre la genealogía histórica de dichos espíritus y es precisamente aquel un punto de inflexión, punto en el que se condensan la memoria y el espacio en la experiencia histórica, acá nos encontramos con la notable superposición, la refracción de elementos, dimensiones y capas que recuerdan bastante a trabajos de los Comaroff (1999;2003) en la forma caleidoscópica de establecer vinculaciones y en el enfoque histórico-político.
El espacio, atravesado por la carretera aparece como desigualmente saturado entre las expectativas de la modernidad y los fantasmas de una experiencia colonial sangrienta. Experiencia que po lo demás se complejiza aun más como se deriva de las reflexiones que la autora sigue tejiendo.
En ese tejido de interpretaciones y vinculaciones en la historia Masquelier devela múltiples contradicciones encarnadas en la carretera, las que orbitan entre la fascinación y el terror, las oportunidades y la marginalización , los espíritus que deambularían por la carretera, que aterrorizan, asaltan e incluso que le quitan la vida a los viajeros, experiencias que expresarían dichas contradicciones y ambivalencias.
La cuestión del viaje y la movilidad a través de la carretera aparece como una experiencia ambivalente y penetrada de terror. Las cifras de muertes en la carretera son significativas, la autora plantea que 2000 personas mueren al año en accidentes automovilísticos. Aunque como bien señala Masquelier no puede dejarse de lado la constatación de la inseguridad de los automóviles de los que se dispone en Niger-especialmente por su falta de adecuada mantención-  sin embargo las muertes no pueden ser desvinculadas de los espíritus de la carretera, de aquello se ocupa muy bien la propuesta Mitográfica de Masquelier.
Podemos otra vez más interrogarnos por la genealogía de dichos espíritus salvajes y vengativos que expresan aquella paradójica mezcla entre modernidad y tradición en las tierras de Niger.
Otra vez la autora nos lleva a buscar las pistas en la historia, esta vez reflexionando a partir de las memorias que comparten  con ella algunos residentes a propósito de la construcción de la carretera y cuyo relato es rescatado en el texto. En relación a lo anterior, las memorias de sus informantes nos retrotraen a la época en las que las carreteras de construían, poniendo énfasis en las transformaciones en el paisaje, por cierto hablamos de la destrucción espacial que esto implicaba.
Es así como los ingenieros intervinieron el paisaje de forma de que se destruirían las moradas de muchos espíritus, quienes vivían en árboles, rocas y cavernas.. santuarios destruidos con la carretera. Los espíritus se convertirían en espectros errantes desde entonces, y se relocalizarían en lugares inapropiados lo que los convertiría en fuerzas peligrosas en la carretera, sin contar su animo de revancha, ayudándonos en la comprensión fenomenológica de lo mortífero de los espíritus[4].
De esta forma, no solo la peligrosidad de los espíritus va adquiriendo historicidad en el análisis de la autora sino simultáneamente va mostrando parte de la experiencia pasada materializada en el paisaje presente para los Mawri.
En una primera capa de superposición resulta nítida la experiencia de transformaciones violentas del periodo poscolonial y la modernización capitalista, pero esta no es la única realidad histórica que los espíritus refractan, Masquelier  también nos introduce en una nueva esfera de análisis, la religiosa y los conflictos entre cosmogonías[5].
Si la construcción de la carretera había despojado a los espíritus de sus moradas y santuarios, el Islam los había ya antes relegado al olvido, con las conversión al islam muchos espíritus habían dejado de recibir las ofrendas periódicas. 

Estos espíritus habían sido centrales en la cartografía espacial de los primeros habitantes por tanto su espíritu vengativo debe contemplar tanto el despojo poscolonial de su hábitat como el haber sido desplazados de su centralidad cosmológica por el islam.
El espacio no puede para los Mawri ser considerado como neutral y la carretera condensa las experiencias de conflicto de la memoria de los pueblos, en un tiempo denso, en un presente que es la vez también el pasado.
La carretera a su vez conecta no sólo pueblos sino mercados[6], y en estos otra vez pueden ser hallados elementos que remiten a experiencias conflictivas, en la medida de que los mercados comerciales fueron para el caso de Niger-y también de otros países de África- capitalizados por musulmanes. El mercado urbano podía ser entendido como manifestación de la hegemonía de las elites comerciales musulmanas, las que contrastaban con el campesino medio, marginalizado a los costados de la carretera dando cuenta de otra contradicción más, cuya genealogía histórica se hunde profundo en el devenir de las tierras y los pueblos de Niger..
Muy interesante es en la etapa de las conclusiones, la discusión crítica que Masquelier hace de la archi popular y extendida noción de no-lugar de Augé (1995), al respecto categorizar un espacio como la “Ruta 1 de Niger” como no-lugar podría parecer coherente a primera vista, en la medida de que se trata de espacios de tránsito, no obstante la autora plantea que este espacio es más que un no-lugar descartando-para el caso de estudio- la conceptualización de Augé.
La carretera es en Niger -concluye Masquelier- un articulador complejo, en el que se superponen diversas capas de experiencia colectiva tanto del pasado como el presente, por lo que a juicio de la autora (y en lo que coincidimos) no sería adecuada la utilización de la noción de Augé para este tipo de espacios historizados, pese a ser espacios de tránsito.
En suma, un trabajo original, complejo e interesante, parte de una nueva generación de trabajos que hacen eco del giro espacial en ciencias sociales[7] en el que la autora concluye que la carretera y la modernidad simbolizan una superposición contradictoria de realidades discontinuas, que vinculan lo extraño y lo familiar, el bien y el mal (Ibid 847), las que dan cuenta de la forma profundamente historizada de la experiencia espacial y temporal de lo Mawri en Niger, también de su experiencia y subjetividad histórica espacializada a sangre, en el paisaje de una  memoria viva en el Niger Post Colonial.


Referencia Citadas

 -Augé Marc. “Los No- Lugares. Lugares de Anonimatos”. GEDISA 2000
 -Comaroff Jean y Comaroff John. “Ethnography and the Historical Imagination”. Westview Press 1992
 -Comaroff Jean y Comaroff John. “Allien-Nation: Zombies, Immigrants and the Millenial”. CODFESRIA Bulletin 1999
 -Comaroff Jean y Comaroff John. “Ethnography on an Awkward Scale: Poscolonial Anthropology and the Violence of Abstraction”. SAGE Publication Vol 4 2003.
 -Evans-Pritchard, E. “Antropología e Historia” en “Ensayos de Antropología Social”. Siglo XXI. 1974
 -Evans-Pritchard, E. Cap 3 “El Tiempo y el Espacio” en “Los Nuer”. Anagrama 1977
-Masquelier, Adeline. 2002. Road Mythographies: Space, Mobility, and the Historical Imagination in Postcolonial Niger”, American Ethnologist Vol 29, N°4 2002
 -Lefebvre, Henri.  "The Production of Space".  Backwell 1991

NOTAS:




[1]     Lo anterior pese a que el trabajo de estos autores sudafricanos es apenas citado en el texto. No obstante me parece identificar su influencia de una forma bastante nítida, es por cierto una apreciación personal de la que me hago cargo.
[2]     No es casual-me parece- que el Británico haya sido un pionero en el estudio de las espacialidades y temporalidades en su trabajo con los Nuer, o que haya dado nuevos aires al trabajo interdisciplinario con la historia.  Hablamos eso si, de una tradición inaugurada por el autor de “The Nuer”, pero que ha sido profundamente politizada a partir de las líneas de investigación de los años 80´s, despojando de la centralidad el enfoque estructural para pasar a una politización de la historia, la memoria y la temporalidad..
[3]     Niger se independiza en el año 1960,  aunque ya en 1958 se había constituido como “estado autónomo” en la comunidad francesa. Es relevante señalar que al momento de independizarse, Niger no poseía carreteras, por lo que estas se constituyeron en un objetivo central para el incipiente estado poscolonial, más si se considera la condición mediterránea de este país.
[4]     En varios momentos del texto la autora resalta el hecho de que las protecciones rituales y los amuletos no resultan efectivos ante dichos espíritus, No se trataría de malos espíritus como si de espíritus “incontrolables” (podríamos decir que salvajes), espíritus que están más allá del control y diálogo ritual.
[5]     Al respecto se puede mencionar como dato de contexto histórico que la presencia musulmana tiene larga data en Niger, introducida por los Tuareg, pueblo Berebere que ya en el siglo XII contribuyeron en procesos regionales de islamización.
[6]     A su vez cada mercado tiene su propio espíritu, el que es alimentado mediante sacrificios rituales (Ibid p-842;843)
[7]     En relación al giro espacial, en el plano de la antropología latinoamericana, creo que podemos establecer algunos puntos comunes del trabajo revisado de Masquelier con la literatura de Gastón Gordillo en relación a las tensiones entre el espacio y la memoria en el marco de historias violentas y conflictivas en el Chaco argentino en su anexión al estado nación y al capitalismo agrario.

lunes, 7 de abril de 2014

Dinero y Política: financiamiento y mercantilización electoral en Chile

En el siguiente texto coyuntural hago referencia a discusiones políticas en el contexto del inicio de un nuevo periodo parlamentario en Chile, el texto ha sido publicado ya por la revista Atacamaviva.
Durante la última semana, una propuesta de los diputados Gyorgio Jackson (Revolución Democrática) y Gabriel Boric (Izquierda Autónoma) ha generado una saludable aunque parcial e insuficiente discusión sobre el dinero y la política. La propuesta en cuestión refería a la disminución de la dieta parlamentaria en un 40%. Sabido es por muchos que nuestros parlamentarios tienen un nivel de ingresos muy por sobre el promedio de los sueldos y salarios en el país, aun descontando las asignaciones por servicios de asesoría la llamada “dieta” parlamentaria es en efecto excesivamente alta y en todo el periodo post dictatorial nunca parlamentario alguno elevó una propuesta que tocara ni mucho menos visibilizara la cuestión de los ingresos parlamentarios, claro está, hubiese sido un autogol ante sus propios intereses.
Así, para partir debemos saludar la propuesta de Jackson y Boric, resulta una señal política clara en relación a la apertura de nuevos aires en la políticamente, ahogada atmósfera del congreso nacional, no obstante creo que valorando lo positivo de lo propuesto me parece que  mantener el foco del debate exclusivamente en aquel punto arriesgamos perdernos la oportunidad de ampliar la discusión, más en una lógica de proceso en torno a la política y el dinero, y no de la remuneración como objeto.
A estoy refiriendo? Al financiamiento de la política, creo que este punto es nodular en la medida de que refiere a los mecanismos institucionales que significan la (im) posibilidad de una real competencia electoral, y con ello en tanto elemento estructurante, configura los distorsionado filtros que vician la democratización de las candidaturas.
La actual ley de financiamiento electoral es un traje a la medida de quienes usufructúan del parlamento y de varios de los partidos tradicionales, tal como las dietas auto reguladas, no obstante en el caso de la ley de financiamiento tenemos un elemento orgánico que configura una especial ventaja para las elites de la llamada clase política y sus financistas, quienes invierten sus activos en las campañas que mejor se adaptan a sus propios intereses.
Hay en la concepción misma de nuestra ley de financiamiento a la política, en su fundamento ideológico una naturalización del lugar del dinero en la sociedad, bajo estos supuestos que pasan a ser inconscientes, para hacer política y sobre todo para entrar electoralmente al mundo de los políticos profesionales hay que tener plata, o representar veladamente los interés de quienes la tienen.
Nuestra legislación de financiamiento beneficia por una parte a quienes ya están “dentro”  como a quienes viniendo de “afuera” cuentan con financistas. Así, quien cualquier ciudadano que venga a intentar competir no tendrá condiciones efectivas de competir si no viene desde adentro o si no cuenta con financistas privados. Configurada así nuestra actual ley garantiza una vinculación obscura, opaca y subterránea entre el mundo de los mercados y el parlamento, es además una barrera prácticamente infranqueable para quienes quieran disputar los grandes bloques desde otras sensibilidades políticas, por lo tanto una reforma política que apunte a democratizar el acceso al parlamento debiese no solo desarticular el binominal sino que además, como condición necesaria la actual ley de financiamiento electoral. Todo esto claro no es ninguna novedad, sin embargo la oportunidad abierta por Boric y Jackson hacen que se vuelva buen momento para problematizar el tema desde los mecanismos institucionales que rigen el juego electoral, hasta los fundamentos ideológicos del libremercado en la cultura.
El dinero manda sobre la política y esto no solo no debiese ser así, sino que además debiese ser discutido seriamente en los términos que corresponde, pues corremos el riesgo de que pasen otros cuatro años hasta la próxima elección y tengamos que presenciar como candidaturas honestas e interesantes como la de Francisco Figueroa (Izquierda Autónoma) y otros candidatos independientes tengas solo fracciones de segundos en el reparto monopólico del tiempo de exposición en las franjas electorales además de muy escasos recursos en comparación a las candidaturas “aventajadas”. Si la ley de financiamiento fuese discutida en sus mecanismos y sobre todo primero en sus principios éticos, varias candidaturas posibles dejarían de ser testimoniales, al menos en las elecciones parlamentarias.
Para ilustrar el componente ideológico al que quiero referir, me gustaría recordar y analizar algunas palabras del ex candidato presidencial Franco Parisi al reconocer su derrota en diciembre pasado, en aquella oportunidad el candidato, así se refería el ex candidato a la cuestión que nos concentra “en regiones arrasamos… pero aquí perdimos en Santiago… ¿y saben porque perdimos? Por que no teníamos billete!! Si nos vemos el 2017 antes voy a juntar platita para poder comprar publicidad”, transcribí aquel extracto puesto me parece representa la medida en que el libremercadismo o neoliberalismo cultural está inserto, naturalizado y transformado en parte de la realidad. Las palabras de Parisi representan además el corazón inconsciente de una candidatura que aunque haciendo visible el problema cuando identificaba como parte de su derrota en Santiago el no haber tenido “billete”, no cuestiona el mecanismo sino la condición circunstancial de no haber tenido ”billete”, con esto el ex candidato Parisi nos muestra que para el (así como para muchos otros), se hace natural que sea necesario tener dinero para competir en política, en esa misma línea sintomáticas fueron sus palabras cuando dijo “Si nos vemos el 2017 antes voy a juntar platita para poder comprar publicidad”, el candidato antes que politizar el debate contribuye a la normalización de los vínculos entre dinero y política, explícitamente acepta-cual borreguito autómata- las reglas actuales y se va a “juntar platita” para poder comprar publicidad, ahí un buen ejemplo de lo vacío y despolitizante de todo en su propuesta.
Sin embargo, creo que Parisi habla desde un lugar de ciudadano y como tal, representa muy bien el sentido común y eso es lo interesante, el sentido común neoliberal que como fenómeno sociológico silenciosamente se ha transformado en el aire respirado, en la condición irreflexiva de la política actual y su imbricación mercantil.
Si discutiéramos en serio los vínculos entre dinero y política, su visibilizaramos la hegemonía de algunos supuestos neoliberales en el sentido común, parte del paisaje político parlamentario sería distinto, el campo de  lo electoral podría abrirse varios grados como espacio de disputa, para aquello creo, es necesario trascender la discusión de la dieta parlamentaria, es decir, abarcarla e integrarla a un debate más amplio que desnude la comodidad autoconstruida por los monopolistas de la política profesional en estos últimos veinticinco años.
Con una ley de financiamiento que rompa las ventajas artificiales para algunos; que introduzca el criterio de la equidad de recursos y de medios; y que elimine el literalmente emprendimiento y la especulación en política, probablemente no tendríamos que bancarnos periodos de cuatro años de candidat@s que llegan al parlamento instalados por cúpulas truchas, el viejo y conocido cuatroparedismo del que tan lamentablemente tenemos cercanos ejemplos en este distrito (el de Copiapó), donde una candidatura destacó especialmente articulando el nepotismo, el cuatroparedismo y el marcantilismo político y por otra parte una ausencia total de contenido político.

Problematizar los vínculos entre dinero y política solo visibiliza una realidad histórica y coyuntural, devela las condiciones de funcionamiento real de un campo-el de la política institucional- que debe ser disputado en su propia arena simultáneamente que tensionado desde sus bordes.