Hay una anécdota, la que sucedió
hace algunos años y que me puso a pensar dos o tres cosas sobre el río, la memoria, el paisaje y el olvido. Recuerdo -debe haber sido el año 2007 aprox- que hubo una rotura de una de las
matrices de “Aguas Chañar”[1]
(para variar), pero esta no fue una rotura cualquiera, fue una que al brotar el
agua y buscar su curso, por la ubicación de la matriz el agua buscó flujo por
el lecho seco del río, no era mucha pero era agua corriendo por el lecho de río
y eso llamó la atención de algunos vecinos, los que ante la sorpresa se
reunieron a observar, algunos creyeron de que había resucitado el “¨Rio
Copiapó”, otros, entendiendo de que se trataba de una ilusión generada por las
múltiples fallas de la sanitaria local les decían a sus hijos que por ahí pasó
alguna vez el Río.
Cuando esto había
sucedido, creo que aproximadamente el 2008 el río se había secado hace solo
algunos años, pero parecía que hubiese sido bastante más, es más para muchos
quienes habían llegado a la ciudad en esos años el río parecía no haber
existido nunca.
En ese momento es que
comenzó mi reflexión sobre el olvido, sobre la ausencia en relación a nuestro
río, claramente la sorpresa que había despertado en los vecinos daba cuenta de
una nostalgia, de valorar en el recuerdo lo que se ha perdido.. Mi interpretación fue que en ese incidente se
podía observar como la ausencia y la presencia se mezclaban en una relación
paradójica, involucrando lo ambiental y lo social.
El río estaba no estaba,
pero a la vez seguía presente, como una marca, huella o como un espacio vacío
una profunda cualidad fantasmagórica se revelaba en su nueva forma de
presencia/ausencia. La idea de una presencia “espectral” la he utilizado puesto
en muchas de las ocasiones que hay (o se reporta) un fantasma, dicha aparición
se hace presente en la medida de que alguien nota su presencia, nos dice más de
quienes lo perciben que de si mismos como fenómeno, de situaciones no resultas
de quienes dicen verlos. De la misma manera este fantasma del río Copiapó nos decía
más de otras cosas que de si mismo, nos hablaba por cierto de nuestro olvido y
de la depredación ambiental, para mi esa aparición fantasmagórica marcó mi
proceso de volver a Copiapó, puesto en esos momentos vivía afuera de la región.
Recuerdo que en esos años
comienzan a hacerse también más y más presentes acciones que recurrían a mirar
al río para realizar reivindicaciones, ya las huellas de la sobre explotación
comenzaban a hacerse carne en la conciencia de varias organizaciones y vecinos,
el letargo comenzaba a trizarse.
El año 2008 se
conformaría la “Coordinadora por la Defensa del Agua de Copiapó”, la que
reuniría a una amplia serie de organizaciones locales, algo similar sucedería
el año 2009 pero ahora con una coordinadora regional. La creación de ambas
organizaciones derivaría en el incremento en las actividades reivindicativas
del agua y que tendrían en el río, ahora seco,
un importante elemento en sus discursos y en sus acciones. Estas
reivindicaciones se realizaban en un olvido y apatía social de buena parte de
la población, viviendo subjetivamente en esa sequedad artificial, momentos en
que los Copiapinos ya pasábamos a ser definidos por nuestra carencia, la
ausencia del río[2].
Ya en la columna anterior
argumentábamos nuestra lectura del río tanto como una metonimia de una
depredación ambiental mayor como también como una metáfora de nuestra memoria y
de nuestro olvido.
En esa especie de
encantamiento neoliberal que ha sido el olvido, en medio de las abstracciones
del espacio de la sobre explotación ambiental, es que como planteábamos en los
párrafos anteriores, comenzaba -aunque muy paulatinamente- a abrirse paso el
recuerdo.
En ese escenario y
pensando en aportar desde los cultural, es que con los amigos de Atacama59
creamos la campaña “Río Copiapó Memoria Histórica en Imágenes” el 2010, la que
se realizó finalmente durante los primeros meses del 2011 intentando aportar al
ejercicio de la memoria, intentando también ayudar a visibilizar las múltiples
temáticas que cruzan el problema hídrico y promover las interrogantes en
relación a lo ambiental a propósito de simples preguntas como ¿que fue lo que
pasó con nuestro río?
De a poco el problema del
agua gana espacio en el imaginario social, el agua y el río se convertían poco
a poco en tema de conversación, en un problema social, se avanzaba a la
conquista del sentido común, su presencia cubría cada vez más espacios y
campos.
En lo musical algunas de
las bandas de Rock de Copiapó (que por lo demás, están en un muy buen nivel
artístico y técnico a nivel loca) han rescatado el tema, y le han dado un lugar
destacado al río en discurso artístico, pienso en el disco homónimo de Mal de
Pampa (2011) y su canción “suelo seco” o en el más reciente “Batalla de una
Tierra Olvidada” (2012) de Mystic Opus con su canción “Ambición Infernal”, en
ambos ejemplos se pueden ver ejemplos de una presencia cultural cada vez mayor
para nuestro problema político-ambiental y social.
Hoy podemos decir que el
olvidar no es neutral, en más de un sentido podemos decir que el olvido fue
vivir en la sequedad, la apatía y no se podía vivir siempre en el olvido y así,
si el olvidar no fue neutral el recordar tampoco lo es.
Las cosas cambian en el
mundo, también a nivel local, cambios cualitativos se han sucedido en los
últimos años.. la transición entre ese olvido y un nuevo acto de recodar parece
inscribirse bien en ese marco histórico de transformaciones sociales.
El recuerdo ambiental,
sobre todo si se constituye en hecho social o colectivo[3]
es también es reconstituir y refundar lo social... el recordar y el recuerdo no
deben ser entendidos solo como un ejercicio de nostalgia aunque pueda en parte
serlo, el acto de recordar debe ser
entendido como un acto a partir del cual transformar lo real. Es cierto, el
recuerdo siempre tiene algo de ambiguo y
mágico, nos conecta con lo fantástico, con el poder creativo de la
imaginación y con ello al contraste de un mundo distópico, una cruel realidad
en la que un río fue secuestrado con el despertar de múltiples memorias
individuales en las que ese río fluía libre.
Cómo dijese alguna vez
Walter Benjamin (1973) en sus tesis sobre la filosofía de la historia... “articular
históricamente lo pasado no significa conocerlo «tal y como verdaderamente ha
sido». Significa adueñarse de un recuerdo como resplandece en un instante de
peligro”[4],
el recordar no es un acto neutral, implica una apropiación -en este caso
colectiva- de los recursos de la historia, en nuestra situación, una
apropiación del pasado de nuestro río con el objeto de establecer ya no sólo
una crítica sino un acto político.
El recordar supone
repensar en varias esferas superpuestas, claro está como planteáramos en la
columna anterior desde lo medioambiental, también de lo social a lo que
agregamos hoy lo político y lo ético.... una profunda dimensión ética queda
expuesta ante la desaparición del río y sobre todo de las formas jurídico
políticas que rigen la distribución neoliberal del agua en Chile
La recuperación del agua
no es sólo un discurso sino que supone repensar los valores de la sociedad
actual, el agua debe ser un bien común, de uso público y protegido, «es
necesario rescatarlo del actual secuestro mercantilista», ese es el núcleo
ético que guía el repensar una realidad, desde la imaginación y desde las
fronteras de la política institucionalizada y tecnocrática.
Esa forma política,
solipsista y desconectada de la ciudadanía, esa jaula de hierro sin espíritu es
la que se ve desbordada por los social, lo cultural y lo artístico.... y la
memoria como una herramienta creativa es parte de los recursos con el que
cuentan las fuerzas que poco a poco ganan cuerpo en la sociedad.
Siguiendo a Salman
Rushdie (1985) la imaginación como recurso lúdico para cambiar para siempre
nuestra percepción de como son las cosas ha sido bien demostrada[5],
en las historia y sobre todo en el arte.. es esa imaginación lo que nos permite
pensar una realidad distinta.
La imaginación es muy
relevante en las nuevas formas de politización de lo ambiental, politización
social que ha llevado a múltiples expresiones, en las que entre la organización
y la creatividad se ha logrado de apoco ganar algunas batallas importantes,
sobre todo en el plano simbólico, las que eran impensadas hasta hace algunos
años atrás y que al menos a mi me dan algo de optimismo para seguir fortaleciendo
la imaginación como fuerza motivadora de transformación.
[1] “Aguas Chañar” es la empresa
privada que actualmente tiene la concesión para la distribución de agua y
servicios sanitarios en la región de Atacama. Es una empresa con bastantes reclamos
de los usuarios.
[2] Es interesante este fenómeno,
el de ser definidos por la carencia, por lo ausente. El hecho de ser definidos
por lo que no está hace más acentuada esa paradoja de la ausencia/presencia. En
el estudio de “Fortalecimiento de la Identidad Regional de Atacama EFIA” (2010)
llevado a cabo por CEAZA/MyA, en los capítulos en los que se lleva a cabo la
caracterización identitaria de la zona del Valle del Huasco, en dichas
secciones del documento se plantea que existe una caracterización que las
personas del valle de Huasco hacen respecto de los Copiapinos, definiéndolos
por ser los que “no tienen río”. He podido constatar esos discursos en
Vallenar, los que son consistentes con lo paradojal de esa evidente presencia
de un ausente, el Río en Copiapó.
[3] Recurro acá a la tradición de
Emile Durkheim, Marcel Mauss y sobre todo a la sociología de la memoria de
Maurice Halbwasch, escuela de pensamiento que otorga una relevancia y
preponderancia a lo “colectivo”.
[4] Benjamin, Walter. “Tesis
Sobre la Filosofía de la Historia”. Taurus (1973)[1940]. Traducción de Jesús
Aguirre. He desafiado respetuosamente la traducción del autor reemplazando el
término “relumbra” por “resplandece”, debido a que funciona mejor en el habla
latina.
[5] Rushdie, Salman. #The
Location of Brazil”. American Film N°10 (1985).
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