Acababa de llegar a casa, este 21
de mayo, en teletrece, el noticiario
central del canal 13 en Chile estaban emitiendo un “reportaje”, al parecer
llevada ya algunos minutos de iniciado al momento en que comencé a verlo. El
título, que figuraba en la parte superior de la pantalla me llamó la atención y
me quedé viéndolo intentando desentrañar y como decimos por acá “cachar de que
se trataba” , pues el título era ciertamente intrigante.
“El Peligro que viene del Sur”,
rezaba el titular del reportaje.. me preguntaba ¿Qué es el peligro que viene
del sur?, algo de esta sensibilidad apocalíptica, tan escatológica y corriente
en la modernidad tardía parecía anunciarme alguna ironía, alguna exageración.
El título, en mi lectura
expectante, parecía tener sus raíces literarias en la literatura de H.P
Lovecraft, rememorando cual deja vú la habilidad del autor norteamericano de
jugar con las sensaciones de incertidumbre y sobre todo de miedo.
El periodista a cargo del
reportaje, cual perito que encuentra la prueba criminal y que desentraña
importantes secretos nos mostraba a todos los televidentes sobre el peligro que
viene desde el sur, el “temible” castor canadiense. Imágenes de la especie en
cuestión mostraban su adorable peligro. Ciertamente, como mostraba el
reportaje, en el sur del mundo, algunos estancieros rurales y turísticos se
veían afectados por el actuar del temido castor, lo que me parece comprensible
y respetable en su posición, entendiendo y conociendo además los llamados "efectos" del castor en sus entornos y las molestias que le significan a quienes conviven con ellos y quienes el reportaje daba voz. No obstante lo anterior, el reportaje en cuestión era
excelente material en otras dimensones pues, a pesar de lo ridículo que por momentos parecía el
texto y su tono apocalíptico, desde el lenguaje utilizado se podían poner en juego varias
cuestiones, partiendo de la incombustible discusión cultura-naturaleza, el nacionalismo,
la ecología y el sistema mundial.
Alcance a disparar mi libreta de
campo y rescatar un par de registros, sobre ellos versan las siguientes
reflexiones. La tesis de este escrito es
que el lenguaje utilizado expresa y proyecta imaginarios sociales de tipo
cultural y político sobre el caso de los castores, así estos adquieren en la
narrativa una cualidad invasora, y ante la que se opone una resistencia de
tipo nacionalista. Todo aquello cruzado por nuevos clivajes medioambientales en
los que los castores aparecen como culpables de una destrucción ambiental, destrucción que
por otra parte, y en relación a muchas de las encarnaciones capitalistas en el país, medios como aquel noticiario dicen poco o nada, es entonces desde aquella ausencia en la narrativa, que al finalizar termino el texto interrogandolo desde una ecología política.
Nacionalismo y Sistema Mundial
“el enemigo es canadiense y desde hace décadas parece haber decidido
hacer suya la Patagonia”, fue la primera de las frases que llamaron mi
atención, en ella el periodista tal vez sin querer, introducía la cuestión de
la nación y el lenguaje de la invasión. El enemigo, decía, es canadiense y
parecía haber "decidido" tomar la Patagonia, en este punto cabría preguntarse si
pese a la denominación de la especie como “canadiense” (por cierto introducida
artificialmente como constata el mismo reportaje) correspondería asignarle
“nacionalidad” al “enemigo”, enemigo por lo demás culpable según el guión, de un plan de conquista. Ya
desde el comienzo el lenguaje y sus signos, construye un discurso haciendo un mix entre sentido común, zoología y
nacionalismo, se anunciaba así, que se contaría la historia desde la narrativa de
la invasión y la resistencia nacionalista. Muy interesante me pareció aquello,
lo de la proyección de imaginarios sociales sobre un animal como el castor,
sobre todo la proyección de la narrativa nacionalista y su lenguaje algo fuera de usos, en un ejercicio de nacionalismo pan-especie.
Era necesario como dicta la
historicidad, conocer algo sobre el devenir y la génesis del problema, la cosa
se seguía poniendo interesante a cada segundo.
El origen del peligro que viene del sur (según nos instruía el reportaje) habría estado originado por la
importación de un grupo de castores por un empresario argentino cerca de la
mitad del siglo XX, su finalidad, un emprendimiento que finalmente fracasaría
pero que finalmente legaría la "plaga".
Muy llamativo en este punto del
relato son los elementos de la mundialización y el mercado, pues el mercado
mundial y el espíritu emprendedor dejarían como legado la intrusión de una
especie foránea en ecologías extrañas, así, es el capitalismo el que traslada a esta especie
desde el hemisferio norte, cuestión que me parece un detalle relevante y que
pasó totalmente inadvertido en el reportaje. Lo interesante es que este detalle
permite metaforizar en un sentido crítico, que por una parte puede ser
contrastado con la retórica nacionalista utilizada en el reportaje y por otra permite a la vez comprender la génesis
artificial de un problema que afecta a la “naturaleza” y a la "sociedad" de forma "natural". Esta cuestión facilitaanálisis observar –como planteara Ulrich Beck (2006)[1]-que
en la modernidad tardío, naturaleza y sociedad están civilizatoriamente
integrados.
Volviendo sobre la historia de
los castores por tierras patagónicas, el reportero nos dice que estos inician “en
el lago Fañano, por decreto del gobierno argentino por 35 años se prohibió su
casa” “esto les permitió alcanzar un tamaño poblacional importante y producir
un impacto sobre los bosques que es muy muy evidente” , en este punto la
cuestión suma otro ingrediente, las relaciones internacionales, en particular
con el estado argentino el que es sindicado como responsable de este problema,
la invasión. Prosigue el guión, “la
Invasión, resta territorio a otras especies (entiéndase nativas)” , la cuestión ambiguamente es
un problema nacional y ambiental.
Así como los fueguinos humanos,
al confundir y proyectar nuestras ideas de nacionalidad, otras especies también
sufren de la invasión de los enemigos, así uno de los entrevistados destaca-
respecto de las otras especies animales- que “todos estos animales podrían eventualmente ver reducido su
hábitat disponible”, subrayo lo de eventualmente pues indica que los
invasores son “eventualmente” culpables en la medida de que hay una
culpabilidad condicional a la vez que se traslada la contienda nacional
sutilmente al reino animal.
Ecología Política de los castores Invasores
Hay un momento bien interesante,
el momento in situ, un clásico de clásicos en el género. En este punto vuelvo a
las propias palabras del reportero pues es acá finalmente donde estas
reflexiones en parte jocosas hacen una inflexión desde el lenguaje hacia la
problematización de una ecología política, de esta forma, el reportero parado
en la pared de uno de los diques y como quien coteja un Pullitzer, relata en
modo serio: “hemos llegado hasta este lugar para mostrar in situ el efecto del
castor en la naturaleza, a mi espalda debería correr un río, pero un castor lo
ha represado por completo dejando acumulada el agua e impidiendo su paso”,
ante tal demostración de conciencia ambiental me pregunto, si consideramos el
lenguaje nacionalista, de defensa de la soberanía nacional y de protección de
los “recursos” en los que los castores canadienses funcionan como los invasores
destructores de la naturaleza, hubiésemos visto una preocupación anteriormente
en aquel noticiero verbalización análoga ante la desaparición de bastantes ríos
(incluido el río Copiapó) debido a la acción destructora de otros invasores,
por ejemplo grandes mineras, agroindustrias entre otros tipos de
emprendimientos, la verdad es que almenos a mi no me ha tocado ver algo así en
dicho noticiario.
Otro entrevistado indicaba que
más allá de la tala de árboles centenarios “el problema es que hacen diques,
cambian el curso de los ríos y dejan sectores muy amplios bajo el agua”, me
quiero detener nuevamente pero con los mismos motivos que en el párrafo
anterior, en esta narrativa el entrevistado indica como “el problema” la
inundación de amplios sectores por la acción de los diques de los castores.
Entendiendo en este punto la preocupación y disgusto del entrevistado y su
situación me llama la atención es el lugar dado en el contexto de la
arquitectura textual del reportaje al hecho de lo problemático de la inundación
de “amplios sectores”. Vuelvo a
preguntarme ¿y que decían estos noticieros sobre las mega-inundaciones
producidas por los proyectos hidroeléctricos y sus múltiples consecuencias,
tanto de las netamente ecológicas derivadas de las inundaciones como las
sociales cuando pensamos en la acumulación por desposesión (Harvey 2004)[2]
que ha afectado a muchas comunidades tanto indígenas como rurales en el sur e
incluso en la Patagonia?, me pregunto si en estos noticieros utilizaban un
lenguaje cargado de narrativas de
resistencias ante el invasor como lo hacen con los castores, lo cierto es
que si algo se ha dicho al respecto en estos espacios informativos sobre
proyectos hidroeléctricos ha sido bastante más suave, hidroeléctricas han sido
tratadas con guante blanco, los castores invasores en cambio, son candidatos
atractivos para comer guaguas. Esta cuestión es relevante pues el tono y la
forma del lenguaje muestran espacios bien dibujados en sus ausencias múltiples,
uno puede interrogar aquello no dicho desde la deconstrucción y rescatar una
que otra cuestión en términos que finalmente exceden los márgenes del texto y
sus presencias explícitas
Se prende la resistencia.
“al igual que en el resto de la isla de Tierra del Fuego, en el Lago
Deseado le han declarado la guerra al castor e intentan con todos los medios
posibles evitar que continúe su reinado”.. remembranzas del iluminismo anti
monárquico emergen ahora, la guerra al reinado del castor parece haber
comenzado.
La resistencia nacional como no,
iría a encarnar por medio de la extensión de la comunidad imaginada (Anderson
2011)[3]
nacional hacia la animalidad de dos especies nativas, así, en las palabras del
autor del reportaje una sorpresa les esperaba a los castores invasores, “lo que
no esperaba el castor es a alguien que se pusiera la camiseta por la defensa de
la flora y fauna nacional, el muchas veces criticado Puma”, -antes de
seguir no puedo evitar preguntar a la pasada: ¿tiene sentido “criticar” a los
pumas?- … estos es tremendo material, “ponerse la camiseta” con la metáfora de
los héroes y las gestas deportivas, representando la participación del
renegado, otrora “criticado” puma en la defensa nacional ante el invasor.
Otro entrevistado, ahora del SAG
agrega una guinda para la torta: “el puma
ha asumido un rol patriótico y el zorro también, son nuestros aliados
para combatir a la especie exótica”, todo esto con una banda sonora que
acompañaba solemnemente cual Rambo nos defiende de los rusos en la guerra fría,
la proyección de la defensa y resistencia ante el invasor se proyecta en pumas
y zorros, la transposición de las narrativas políticas alcanza en este punto del
reportaje su mejor momento. Con realismo de patriota, indican que la población
de pumas es escasa y no pueden combatir a todos los castores con lo que la caza
liberada de la especie y la utilización de trampas constituye el apoyo inter
especie a la patriota gesta del puma.
Fin
Sin gran dificultad uno puede
pensar en términos de una metáfora, aunque muy probablemente esa no haya sido
la intención del autor del reportaje, la retórica es reiterativa y las palabras
conjuran imaginarios de tipo nacionalista.
Por otra parte, la retórica
también recupera en la forma de su narrativa mucho de la preocupación
contemporánea por el medioambiente y el tema de los “recursos”. Ambos temas, lo
nacionalista y los recursos naturales se mezclan en un texto en el que los
castores son foco de muy serias críticas y acusaciones, invasión y destrucción
ambiental son en este punto las medulares.
Como vimos, son culpables de
haber desaparecido ríos, de haber inundado “amplios sectores”, tal cual grandes emprendimientos mineros, grandes
proyectos hidroeléctricos, Estos últimos, con
seguridad con mucho mayores efectos sociales y físicos en magnitud y
cualidades que los producidos por los castores invasores, no obstante de estos
nada se dice en horario prime, claro, a diferencia de aquellos, los castores no
son grades lobbystas que instalan sus hombre en los directorios de los canales,
tampoco pagan avisaje, no son un poder fáctico que puedan contrarrestar
mediáticamente lo que de ellos se diga en noticiarios. Curiosamente, los
castores son canadienses, tal como la Barrick Gold y sus proyectos mineros,
depredadores de acuíferos, que secan ríos y destruyen glaciares, canadienses
como los castores ¿Barrick no podría acaso ser considerado como un invasor
destructor en términos más adecuados que los castores?.
En la narrativa del reportaje,
los castores son los invasores y destructores, la retórica es dicotómica y en
dicha bipolaridad no hay lugar para grises, los castores son enemigos,
invasores y destructores voraces de los recursos naturales. Nada se dice de que
han beneficiado la preservación y aumento de algunas especies de peces. Tampoco
se dice de que la Lenga- el árbol nativo afectado por los castores- se regenere
de sus tocones, nada de aquello pues todo es blanco o negro y con los
castores todo es presentado como negro y
poco faltó para “abrir la temporada de castores”, Elmer Gruñon estaría de
fiesta.
[1] Beck,
Ulrich. 2006. “Teoría Política del Conocimiento en la Sociedad del Riesgo” en
“La Sociedad del Riesgo. Hacia una Nueva Modernidad”, Barcelona: Paidós. Pp:
71-118
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