lunes, 5 de abril de 2010

La Ahistoricidad


Con algún retraso vengo a detenerme en un concepto que he acuñado desde hace algunos años y que he utilizado en muchos de mis trabajos ya sea en ensayos, artículos e investigaciones pero que solo lo había explicado como nota de pie de página.
Es cierto que Touraine también usa el mismo término pero lo utiliza en otro sentido. En función de mi discurso rebelde y autónomo impongo para fines analíticos mi definición del concepto antes que la de Touraine, solo así, en desarrollo dialéctico la ciencia social puede construirse en herramienta análisis perfectible y dar cuenta de los dinámicos objetos de los cuales trata.
La ahistoricidad es para nosotros un fenómeno sintomático de nuestra cultura y también de el proceso (des) culturalizante capitalista, su definición y naturaleza son el primer propósito que tenemos en este artículo. Es por tanto un síntoma histórico en el sentido de que se desarrolla y existe en una contextualización específica del tiempo espacio materializado un dialéctico campo socio-material por una parte y cultural por otro.
La ahistoricidad da cuenta de una desvinculación del sujeto en relación al tiempo-espacio, es un fenómeno de carencia de arraigo al espacio y de conciencia de la pertenencia a una continuidad histórica. En resumen hablamos de una enajenación de la capacidad de autoconcepción histórica en los sujetos, sujetos no históricos.
Asociada a esta incapacidad esta el hecho de que el significado simbólico compartido geográficamente arraigado es inexistente o débil afectando el sentido de pertenencia y dificultando la articulación colectiva simbólicamente fundada.
El sujeto ahistórico es un sujeto con inexistente o cuando más débiles vínculos simbólicos que lo sitúen históricamente, estos vínculos simbólicos arraigan o desarraigan a través de las dinámicas culturales, las que poseen especificidad en función de su particularidad que estas desarrollen en las sociomaterialidades complejas de las que sean parte.
En las culturas y sociedades con capacidad histórica son los vínculos simbólicos culturales los que arraigan al sujeto a una concepción simbólica compartida y históricamente fundada, un inconciente colectivo cultural que brinda sentido de pertenencia y ubicación espacio temporal pragmatizada en la observancia a ciertos ritos y paradigmas compartidos. Más allá de las manifestaciones objetibables la cultura madre afecta positivamente a los sujetos a través de los vínculos simbólicos en su emocionalidad como efecto de un fenómeno psíquico.
Ayudan en el proceso de consolidación y desarrollo de la capacidad histórica la creación de hitos, símbolos que arraiguen, conformando tradiciones compartidas generando significado y sentido, es finalmente esta la condición que consolida la capacidad histórica.
Los elementos anteriormente descritos como los vínculos simbólicos, la cultura, la emocionalidad contribuyen en objetivar psíquicamente el significado espaciotemporal compartido en el sujeto. Por lo que estos elementos simbólicos son estériles y vacíos cuando no representan significado para el individuo, situación característica de las culturas ahistóricas. El sentido es en última instancia el todo o el fondo detrás del proceso, es su fin y espíritu.
La raigambre histórica al pasado geográficamente contextualizada es condición necesaria para hacer propio el futuro, situación que es imposible en estado de ahistoria como en el que nos encontramos sumidos como cultura chilena. Pero superando el síntoma de ahistoria podremos comenzar a hacer nuestro tanto el presente como el futuro.

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