En esta humilde tribuna, donde damos recreo a reflexiones innecesarias y cotidianas, a veces complejas, nos tomamos a veces también en serio la sociología, es así como en los párrafos y líneas que siguen, reseñaremos el conocido “Ensayo teórico sobre las
relaciones entre Establecidos y Marginados” de Norbert Elias,
ensayo que sistematiza principalmente las conclusiones de corte
teórico del clásico estudio etnográfico realizado por Elias y
Scotson en la comunidad de Winston Parva y que ha sido recogido del
libro “La Civilización de los Padres y Otros Ensayos”1
compilado por la profesora Vera Weiler.
Haremos
un recorrido por algunas de sus ideas centrales intentando una
organización crítica de las ideas recogidas del autor sometiéndolas
a su vez a una interpretación en función de lo que nos parece son
algunas deudas intelectuales invisibles en el texto.
Uno de
los primeros elementos que son particularmente llamativos de éste
trabajo es el énfasis puesto por Elias en la diferenciación interna
en el contexto suburbano estudiado. Al respecto ya ésta preocupación
de su elaboración teórica resulta refrescante sobre todo en un
panorama en el que el estudio de los sectores suburbanos tenían aún
un sesgo mitificador de los popular, de las clases obreras como
herederas de la promesa revolucionaria marxista. En ese sentido el
trabajo teórico urbano de Norbert Elias implica tanto una sutil
valoración de la obra marxista (sobre todo en la dimensión del
conflicto) como sobre todo una profunda crítica de su tratamiento
del poder. En ésta dimensión y desde una perspectiva de análisis
crítico creemos que Elias nos reconecta con la teoría weberiana
(aunque sin hacerlo explícito), sobre todo en el tratamiento del
poder y la estratificación social (por ejemplo en “Economía y
sociedad) de manera de que por una parte el mantener el interés en
el conflicto y por otra parte descentrarlo desde lo
económico-material hasta lo social y lo simbólico supone uno de los
grandes aportes del trabajo de Elias (y por cierto también de su
coautor John Scotson) aplicables al estudio de los fenómenos urbanos
y las dinámicas de barrios suburbanos.
El
problema central del estudio original que da motivo al ensayo
revisado fue la acentuada división interna de la población de la
comunidad de Winston Parva en una relación de subordinación mediada
por una dinámica social del poder entre los residentes antiguos,
tipificados por el autor como los establecidos y poblaciones más
recientes en el barrio, quienes serían a su vez marginados en ésta
relación social.
En ese
sentido y en lo que algunos podrían interpretar como la herencia
marxista en tanto relaciones dialécticas medadas por el poder el
autor traslada dicho fenómeno fuera del campo clásico centrado en
factores económicos y materiales y busca abrir la reflexión de modo
de comprender relaciones de enfrentamiento y subordinación más allá
de los límites aún estrechos de la lucha de clases. En ese sentido
más que una herencia del materialismo histórico lo que podemos
rastrear allí en Elias es una herencia más cercana a Hegel2,
en particular a su “dialéctica del amo y el esclavo”
(“Fenomenología del Espíritu” de 1807) por tanto en ésta
conceptualización se centraliza el fenómeno en un fenómeno
dialéctico atento a las relaciones de la conciencia en la dinámica
social en la que las configuraciones sociales significadas en la
relación darán el dibujo de la subordinación resultante.
Nuevamente en éste caso observamos o más bien interpretamos una
importante influencia (tale vez de segundo orden, mediada por Karl
Marx) en el trabajo de Elias algo invisivilizada en cuanto las deudas
intelectuales.
Sin
embargo no deja de ser meritorio en el contexto de los estudios
sociales en ambientes urbanos el preparar una receta que involucrase
ingredientes de la teoría con un potencial explicativo e
interpretativo que lograsen trascender las barreras clásicas en el
estudio de los fenómenos urbano-populares
Más allá
de las invisibles herencias mencionadas nos perece que entrando en
materias medulares y aún muy relacionado al párrafo anterior
podemos comenzar recogiendo la reflexión del autor respecto a los
términos de “noble” y “villano”, respecto del primero
destaca su doble significado en el que nos remite tanto a una
posición social de alto rango como a una alta valoración social, es
decir (nuevamente recurriendo a weber) hablamos acá tanto de una
posición social como de su legitimación socialmente positiva.
Mientras que el segundo término “villano” por el contrario nos
refiere a un fgrupo de posición baja y baja valoración social, de
ésta forma los posicionamientos en una estructura social pueden ser
comprendidos de un halo de legitimidad social muy asociado a las
definiciones morales. En éste sentido ambos términos nos dirigen a
pensar en términos relacionales (lo que nos vuelve a conectar a
Hegel) a nivel colectivo y social.
Adentrándonos
en las nociones clave en el recorrido teórico nos encontramos con la
autoimagen (que puede ser rastreada de las autoconcepciones del deseo
en Hegel) de forma que la autoimagen de normalidad o de superioridad
social y moral de los grupos con cuotas mayores de poder y que logran
definir dichos términos como constitutivos de una relación social
logran generar una relación de subordinación simbólica, ésta
forma de relación puede ser observada entre diferentes tipos de
grupos y categorías sociales y en diversos momentos de la historia
entre los que el autor menciona como ejemplos a blancos v/s negros,
judíos y no judíos, protestantes y católicos, hombres y mujeres
(Elias 1998:82).
En un
nuevo rastro de herencia weberiana la noción de autoimagen puede ser
introducida al campo concreto de estudio, es decir a la reflexión
sobre la situación de las relaciones entre establecidos y marginados
en Winston Parva, al respecto el grupo establecido logra definir los
términos de la relación social anclada en el “carisma de grupo”,
es decir se autotipifica como dotado de una serie de elementos
propios compartidos que configuran una autoconcepción de ser
“mejores” en relación a sus “otros” en términos colectivos,
a saber los nuevos habitantes del barrio considerados por ellos como
carentes de dicho carisma de grupo. Es decir se observa un proceso de
patrimonialización del carisma de grupo en el que se construye una
pequeña hegemonía gramsciana.
Es
relevante en éste punto de la lectura relevar algunas preguntas
introducidas por el autor y que nos ubican en los senderos que
interrogaran los mecanismos mediante los que unos se auto atribuyen
superioridad y cuales serían los medios que utilizan para imponer
“la creencia en su propia superioridad” (Elias 1998:83)
pero para comenzar a explorar dichas interrogantes es necesario
situarlas en el marco del estudio que da origen a las reflexiones del
ensayo.
En
concreto Elias destaca como fenómeno fundamental las relaciones de
dos grupos asentados en barrios distintos de una misma comunidad, al
respecto nos señala que los comentarios cotidianos hacían visible
un imaginario social en el que los residentes antiguos no sólo
marcaban una diferencia respecto de los nuevos residentes sino que
además acentuaban la idea de ser “mejores” que los nuevos:
Además de ésta diferenciación explicitada en el discurso de los
antiguos residentes se expresaba además una práctica permanente de
“evitar” el contacto con los otros justificando ésta práctica
discriminatoria en un a estigmatización de tipo social, al tildarlos
“a todo idistintamente de burdos y poco educados”
(Ibid:83), aparece un ejercicio relacional de exclusión de un
nosotros construyendo un espacio de alteridad de marginación,
apareciendo el concepto de los marginados como categorización
social para los habitantes nuevos, los inmigrantes recientes de la
comunidad local.
El
párrafo anterior da cuenta de un proceso social de conformación de
identidad y alteridad colectiva al interior de la comunidad de
Winston Parva en la que los habitantes rotulados (la teoría de la
rotulación del interaccionismo simbólico algo podría ayudarnos a
hacer un paralelo interpretativo, también el estigma social de
Goffman) como marginados terminan por aceptar su condición de su
ubicación social y su consecuente menor prestigio y valoración
social por cierto destacando que con resignación aunque el autor
destaca que la baja respetabilidad que justificada dicho juicio
discriminatorio habría sido justificado apenas para una pequeña
minoría, volveremos sobre éste detalle interesante a nuestro juicio
en momentos posteriores de ésta reseña.
Regresando
ahora a la evitación de contacto social por parte de los
establecidos es interesante resaltar la construcción de un cierto
tabú en relación a los contacto entre los grupos, los que eran
puestos en funcionamiento mediante un mecanismo potente de
comunicación social como lo es el “chisme”, con consecuencias
en la dimensión del control social.
En
relación al chisme éste podía utilizarse de manera positiva para
los establecidos es decir la circulación de chismes elogiosos para
el grupo o sus integrantes, lo que reforzarían tanto su cohesión
grupal como su posicionamiento privilegiado en relación a sus alter
grupo marginado, por el contrario el chisme podría ser utilizado
como un arma en contra del grupo marginado con chismes de tipo
injurioso, reforzando la relación de desigualdad social y simbólica
definidas por los establecidos.
Ya
introducidos al problema central cabe hacerse algunas preguntas
complementarias y que pueden tener su origen en el cuestionamiento
sobre los fundamentos en las diferencias entre ambos grupos, en éste
punto podemos situar la revisión crítica del perfil teórico de
tipo marxista muy extendido en análisis sociológico que atendía
principalmente al factor económico material como factor determinante
de la posición en la estructura social, la que puede ser
identificada en la incorporación a la estructura laboral.
Sin
embargo un enfoque de ese tipo no podía explicar la situación
observada en Winston Parva puesto ambos grupos compartían (con
matices) características en las dimensiones económicas y
materiales, es decir formaban parte de la misma clase social,
entonces la diferencia habría de ser buscada en otra dimensión y es
ahí donde podemos identificar uno de los buenos “goles” de Elias
en la medida de que se introduce una reconceptualización del factor
histórico, es decir de las trayectorias de ambos grupos sociales en
la relación observada y analizada.
El
término utilizado por el autor es simplemente la antiguedad, sería
la diferencia en la antiguedad de los grupos habitando la zona el
factor diferenciador en juego para el caso analizado.. y teniendo en
consideración dicha consideración y sobre todo teniendo en el
escenario el caso concreto de Winston Parva la antigüedad de los
grupos se constituye no solo en un factor diferenciador sino que
también en una respuesta ante las preguntas que exploraban el camino
a develar los mecanismos simbólicos y de poder mediante los que un
grupo social para situarse en una relación de superioridad en
relación al otro grupo. En éste punto se hace evidente la
importancia de la antigüedad de ambos grupos como un componente
clave en la estructuración de un tipo de relación específica, una
relación eminentemente social.
Ante las
ideas antes comentadas podemos destacar dos elementos centrales y
constitutivos del factor antigüedad planteados por el autor como lo
era la cohesión social interna y su consecuente identidad
colectiva y sentimiento de mancomunidad y muy relacionado a éste
factor también la posibilidad de manejar en control social. En
relación a lo anterior podemos ver concretamente la crítica de
Elias a las teorizaciones objetivistas sobre el poder puesto el poder
en éste caso aparecía como socialmente constituido en función de
una cohesión interna e identidad colectiva construida a traves de
una trayectoria histórica común lo que a su vez daba la posibilidad
de activar mecanismos de control social informal como el
anteriormente mencionado “chisme”.
En cambio
los inmigrantes nuevos residentes “no sólo eran extraños para
los que llevaban más tiempo allí como residentes, sino también
entre ellos mismos” (Ibid:86) lo que ilustra muy bien la
diferencia respecto de los grupos antiguos puesto al no tener una
historia común y ser extraños al interior de su grupo su cohesión
social y cuya posibilidad de instrumentalizar herramientas como las
redes sociales y los mecanismos de control social era claramente
menor que el de los antiguos residentes.
A su vez
nuevamente refiriéndonos a los antiguos residentes tipificados
teóricamente por el autor como los “establecidos”, estos
aprovecharían instrumentalmente su cohesión social ejerciendo para
aquello la exclusión de os otros mediante el instrumento de la
estigmatización configurando una particular manera de
posicionamiento social para si mismos privilegiado, lo que hace que
comprendamos plenamente la idea central “al hablar de una
figuración de establecidos y marginados” (Ibid:87).
Adentrándonos
de lleno en los mecanismos mediante los que establecidos “figuran”
las relaciones es relevante reflexionar en algunas particularidades
de la estigmatización como instrumento de construcción de
imaginarios sociales, al respecto los establecidos se sentían
participes no solo un carisma de grupo dotado de cualidades positivas
para ellos mismos, sino que también simultáneamente y por contraste
dialéctico atribuía un efecto de halo negativo a los marginados, a
quienes se les asignaban una serie de malas cualidades configurando
un imaginario plenamente anómico para los marginados. En lo anterior
observamos una axiomatización moral de las relación entre
establecidos y marginados en función de lo que el autor llama
“fantasías colectivas” creadas por el grupo establecido .
Reflexionando
sobre la estigmatización el autor plantea que “un grupo puede
estigmatizar a otro efectivamente sólo mientras esté bien
establecido en posiciones de poder de las cuales el grupo
estigmatizado se encuentra excluído. Mientras perdure esta
condición, el estigma de la desgracia colectiva impuesto a los
marginados puede resistir” (Ibid:89) construyendo una hipótesis
teórica que explicaría la estigmatización observada en su trabajo
de campo con lo que podemos entender el estigma como un instrumento
de poder la lucha por la conservación de la superioridad social,
agregando que la estigmatización puede incluso paralizar a los
grupos subordinado. Sin embargo el poder de estigmatizar a otro puede
alterarse e incluso cambiar de dirección cuando las relaciones de
poder son transformadas, en éste punto podemos recordar la
dialéctica del amo y del esclavo en Hegel.
Respecto
específicamente a los medios de estigmatización debemos almenos
mencionar que el autor destaca que el repertorio semántico de
estigmatización involucran una serie de expresiones las que sólo
tienen sentido dentro de los márgenes de la relación dialéctica.
En un
ejercicio que nos recuerda la idea del eterno retorno el autor vuelve
sobre el problema y lo re-conceptualiza en función de un interés de
conocer las características estructurales de los que sucedía en
Winston Parva (Ibid:90-91) y cuales son los recursos que ambos grupos
utilizan para tratar con desprecio a sus objetos de alteridad.
Y
pensando precisamente en esos recursos, la cohesión como uno de los
elementos centrales en ese sentido nos remiten a consideraciones
sociológicas como el grado de integración (en sentido durkhemiano
de solidaridad social) entre ambos grupos ayudando a explicar la
posibilidad poner en ejercicio mecanismos de control social.
Muy
relacionado a la idea de integración y cohesión social el autor
destaca la idea el precio de la pertenencia social, la que implica el
sometimiento a las normas internas de cohesión por lo que el orgullo
de pertenecer al grupo privilegiado supone sacrificios, lo que nos
conecta a una mirada durkhemiana por lo que “la gratificación
que se percibe participando del carisma de grupo es una retribución
por el sacrificio personal” (Ibid:94) derivado del sometimiento
del sujeto al grupo de pertenencia.
Recogiendo
una idea recogida en los primeros párrafos de ésta reseña
relativas al contacto social entre ambos grupos podemos señalar que
éste contacto pondría en riesgo el carisma social de los
integrantes del grupo establecido, recordando comportamientos
estamentarios.
![]() |
Ciudad de Mis Sueños, Córdoba, Argentina. Foto: La Voz.com.ar |
La
restricción del contacto fundamentada en la construcción de
estigmatización daban como resultado una imagen claramente anómica
de los grupos marginados, imagen que involucraba las atribuciones de
anarquía e indisciplina.
En un
momento del texto el autor introduce una reflexión que examina la
idea del efecto paralizante del estigma en los estigmatizados
abriendo el espacio para atender a las posibles reacciones de
agresividad en los marginados, en ese sentido se menciona el caso de
la conducta de los niños proscritos y su propensión a la
agresividad (Ibid:102) en la que se plantea que finalmente los niños
terminarían por actuar según el estereotipo (coincidiendo con la
teoría de la rotulación).
Una idea
que nos resulta interesante es la planeada por el autor a propósito
de su hipótesis en relación a que las tensiones serían
eventualmente “mudas” cuando las desigualdades entre ambos grupos
son más acentuadas y por el contrario se visibilizarían en la
medida de que las desigualdades de poder tienen un tránsito inverso
a veces adoptando el carácter de conflictos permanentes.
Volviendo
ahora sobre una idea originada en la experiencia concreta Elias nos
comenta que los primeros newcomers buscaron el contacto con
los establecidos pero fueron rechazados, dicho rechazo habría
“comunicado” tácitamente la diferencia que había sido
construida por los residentes antiguos en función de su capital de
experiencia común, lo que nos reconecta a la importancia del factor
temporal, que nosotros llamamos histórico, en ese sentido las
familias antiguas contaban con una data de dos o tres generaciones
viviendo en el asentamiento explicando de ésta forma la mayor
cohesión de los establecidos.
Sin
embargo es necesario hacer mención del conflicto interno dentro del
grupo establecido puesto también existía una jerarquización
interna en base a elementos implícitos de carácter simbólico. El
conflicto en éste nivel nos puede ayudar a comprender los
posicionamientos resultantes en relación a su alteridad colectiva.
Hay
también una reflexión critica por parte del autor respecto de la
problemática siempre polémica entre el individuo y el grupo, entre
lo psicológico y lo social, en relación a dicho problema Elias
afirma que existe una reciprocidad entre el autocontrol individual y
la opinión grupal (Ibid:123) lo que podemos relacionar nuevamente al
tema de la cohesión social como factor gravitante.
En
relación a las exploraciones complejas entre los individual y lo
colectivo Elias realiza una crítica a algunos planteamientos de
Freud en función de la acentuada y progresiva centralidad del “yo”
en su enfoque relacional que habría de dejar al individuo en un
grado tal de autonomía en el que se pierde la conexión con lo
grupal ((Ibid:124).
Palabras
Finales
Ya
cerrando el recorrido por algunas de las ideas del texto creemos
pertinente destacar el enfoque teórico metodológico y las
discusiones que el mismo autor menciona a propósito de aquello, como
son las posibilidades del estudio de una pequeña comunidad daba la
posibilidad de profundización y la construcción de un modelo
explicativo a pequeña escala que puede ser probado y llevado a
examinaciones a mayor escala, es decir lo hace posible ser utilizado
como un “paradigma empírico” lo que hace explicable los
diálogos que se hacen en el texto en relación a casos como los de
Japón y en algún momento también en india en relación a
configuraciones relacionales que podrían ser interpretadas mediante
este paradigma empírico.
Un ensayo
muy efectivo en su constante recurrencia y reiteración, en la que se
transmiten muy bien las síntesis del estudio de Elias y Scotson, muy
iluminador en el estudio de algunos fenómenos urbanos algo
abandonados de la investigación empírica sobre todo acá en mi país
Chile y sobre todo en mi región por lo que el estudio de este texto
resulta de gran potencialidad teórica.
No
obstante cabe hacer algunos comentarios críticos al texto aun
valorando su tremendo aporte. Primeramente podemos hacer un
cuestionamiento a la ausencia de vinculaciones importantes entre la
comunidad (ambos grupos) y el resto de la ciudad, lo que puede
plantearse también en términos etnográficos, al respecto y como
mucho hemos discutido en las academias contemporáneas la idea de la
comunidad insularizada no resulta apropiada para el estudio de
fenómenos socio-urbanos.
Segundo
la relación dialéctica entre ambos grupos termina por eliminar del
cuadro a otros actores involucrados dando cierta idea de dualismo
homogéneo. Nos parece que los trabajos de Anibal Quijano sobre
marginalización urbana3
de principios de la década de los 70´s, supera la visión dualista
y puede considerarse a nuestro criterio un aporte complementario a
esta lectura.
Más allá
de las críticas mencionadas, y como anticipábamos en párrafos
anteriores se trata de un trabajo clave para el estudio de la
antropología y la sociología urbana contemporánea, se trata además
de un autor poco leído en Chile, esperamos esta reseña crítica
pueda ser un aporte de difusión teórica.
Referencias
1Elias,
Norbert. 1998. “La Civilización de los Padres y otros Ensayos”,
Santa Fe de Bogota: Norma.
2Hegel,
G.W.F. 1996[1807].
“Fenomenología del Espíritu”, México: Fondo de Cultura
Económica.
3Quijano,
Anibal. “Redefinición de la Dependencia y la Marginalidad en
Américalatina”, Lima: Siglo XXI; La Población Marginada como
Nuevos Estrato de la Sociedad”; “Dependencia y Marginalidad. La
Definición de un Polo Marginal” e: Wefforf, F y Quijano, A .
1973. “Populismo, Marginalización y Dependencia: Ensayos de
Interpretación Sociológica”, Costa Rica: Uniersidad
Centroamericana.