martes, 9 de julio de 2013

La Cofradía del Cassette y el Lazo Social en el Copiapó de los 90´s



La verdad es que las cosas cambian y en Copiapó una ciudad minera del norte de Chile, las cosas siempre tienden a tener transformaciones constantes, nuestras dinámicas han sido poco gentiles a la tradición, al contrario podemos decir con suspicacia que nuestras dinámicas han sido  muy espontáneamente proclives al cambio, o cuando menos a ciertos tipos de cambio.
En vista de lo anterior y ya asumidos en un interés en ese cambio constante, en las transformaciones de lo cotidiano es que pensé en compartir algunas reflexiones, las que si bien están escritas y pensadas desde provinciales memorias si se quiere juveniles, creo que trascienden con mucho su escenario como algunos amigos gentilmente me lo han hecho saber.
Más que con un lugar, creo tienen que ver con una generación, las reflexiones que siguen pueden ser entendidas entonces además como una aproximación al folclore de una generación, la de los 90`s en una ciudad algo perdida, entre cerros enclavada en el norte de un país del sur del mundo... pero podrían ser por cierto un reflejo de lo que también vivieron algunos de ustedes, visitantes de este espacio de lo innecesariamente complejo y cotidiano en otras ciudades, en otros países y rincones de nuestra muy querida región latinoamericana.
Me gustaría dejar constancia de que no pretendo plantear algo del tipo: “todo pasado fue mejor” ni nada de eso, sino reflexionar sobre algunas nuestras prácticas, nuestros objetos culturales, sobre los significados y las relaciones sociales movilizadas a través del uso de nuestros artefactos.
Vamos entonces, un poco atrás en el tiempo, a los 90´s en Copiapó una ciudad algo olvidada en el concierto nacional, de esas de las que se saltaban en el pronóstico del tiempo (el clima) en televisión, de aquellas de las que muchos no recordaban su nombre o bien confundían con otras ciudades.
Es en esa ciudad en la que viví mi tránsito niñez-juventud el marco espacial y generacional que me gustaría fijar.
Los medios masivos, las radios y la televisión principalmente emitían música de adultos o bien música romántica, para los jóvenes sólo algo del invento comercial del momento, salvo un par de honrosas excepciones de radios o programas que abriesen el espacio para la “inmensa minoría”1, no habían muchos refugios culturales para muchos chic@s en tránsito de la niñez y la adolescencia. En ese escenario es desde el que escribo.
Muy interesante resulta preguntarnos ahora sobre estas experiencias con la perspectiva del tiempo, despojados por cierto de la ilusión de tener ahora una perspectiva privilegiada para recordar, queremos partir del supuesto de que estas reflexiones no se fundan en recuerdos objetivos sino en reconstrucciones emocionales y tal vez sobre-teorizadas de la experiencia vivida y socialmente construida.
Entrando en materia, reflexionamos sobre las interrelaciones sociales, el lazo social de aquella sociología de raíz durkhemiana, sobre las formas de los vínculos sociales entre algunos  jóvenes/adolecentes de los años 90´s
En esa época el cassette era un elemento central en cierta comunidad de intereses, en un escenario muy distinto al actual, con muchos obstáculos en términos de conectividad, tecnología y el acceso al consumo cultural, donde costaba mucho más que ahora conseguir que escuchar, en un escenario en el que incluso a veces parecía imposible conseguir algo nuevo o distinto de lo que circulaba
La clave está en aproximaciones accidentadas a lo que podríamos llamar con algunos reparos como la “comunidad”, y es en esa dimensión donde un artefacto tecnológico como el casette jugó un papel clave en más de un aspecto, y que muchas veces ha sido velado en los análisis.
Antes de entrar a reflexionar sobre la experiencia generacional local podemos detenernos antes en algunas cualidades del casette y las formas en que nos relacionamos con dicho objeto.
Lo primero que podríamos resaltar como importante y en lo que siguiendo a Merton (1949) podemos identificar como su función manifiesta o siguiendo a Marx, su valor de uso, en relación a lo anterior dicha utilidad o funcionalidad apuntaba a que servía para escuchar música, fue un vehículo para la música,  es así como podemos explorar en una diversidad de formas de relacionarnos a el y por intermedio de éste a la música.. claro está, ya habían habido y de hecho aún hay artefactos que son vehículos fetiches de la música pero en el caso puntual del casette  nuestro interés está más en sus funciones latentes, vemos en aquella dimensión que este artefacto tenía tenía sus particularidades, y es a través de éstas particularidades que podemos ver acompañadas e incluso reflejadas en una serie de prácticas rituales a nivel colectivo.
Cuales eran éstas particularidades latentes del cassette?.... primero que al igual que el disco de vinilo nos llevaba a una relación especial con el tiempo, una relación más “vivida”, digerida subjetivamente puesto teníamos que “dejar correr la cinta” en un tiempo real para escucharlo. Lo anterior es bastante importante para lo que queremos llegar a reflexionar luego sin embargo me gustaría marcar el giro, la diferencia en éste punto entre el vinilo (que por cierto es un formato que me gusta mucho) y el cassette.
En este punto en realidad hablamos de varias diferencias a la vez… las que dicen relación con el hecho de que los cassettes eran reproducibles, es decir podía ser multicopiado en su mismo formato a diferencia del vinilo que quedaba  solo en su versión original… ésta posibilidad de copiado más accesible iba a tener importantes consecuencias a nivel de relaciones sociales puesto da la posibilidad de generar una red de circulación a partir de un único registro original. Lo reproducible también se relacionaba a la posibilidad de grabar el material de alguien más y también de dejar un registro de alguna canción de la radio o de hacer un compilado ad-hoc para cualquier situación, lo que marcaba además la posibilidad activa en quienes tenían cassettes, una forma de creatividad en los collages de títulos y sonidos.
Por otra parte, como otra diferencia clave el formato que protagoniza nuestra reflexión era portátil y muy práctico  lo que permitía cierta libertad de movimiento a diferencia de formatos anteriores, en ese punto  también colaboraron por cierto los aparatos reproductores como las radios chicas (a batería), los mini componentes y muy importantemente los walkman, también conocidos por acá como los “personal estereo”.. Como olvidar además el lápiz “Bic” infaltable e insuperable para adelantar o retroceder las cintas y ahorrar “pila” en el walkman. 
Ahí ya van dos características bien generales pero que creo que para el caso sirven para pensar toda una forma de vincularse solidariamente en los 90´s.
En aquella época pocos eran los espacios para quienes no nos gustaba lo que los medios ofrecían, y creo que no éramos pocos quienes nos encontrábamos insatisfechos no sólo con la oferta cultural de los medio sino que son la institucionalidad en general y el discurso del curso de la vida, el que nos auguraba una vida normal de endeudamiento y rutina.. mientras transitábamos el disciplinamiento de las escuelas y liceos.
En mi caso en particular una de mis aficiones era coleccionar cassettes, tenía unos cuantos pero más allá de tener tal o que cantidad, me acuerdo de que estaba muy pendiente de la posibilidad de conocer mediante el cassette nueva música, fue de esa forma de la que pude integrarme a grupos de amigos y conocidos en los que uno de los elementos de aceptación y cohesión  era el gusto por la música y sobre todo por la “otra música” haciendo una anti referencia a la hegemonía pop bailable y pro-sistema de la época.
Fue en éstos círculos de intercambio en los que una sociabilidad distinta se iba construyendo, de hecho para algunos de mi generación el cassette derivo la principal forma de socializar durante la etapa escolar y post escolar.. una comunidad, un grupo casi una forma de cofradía laica.. había cierta forma de vinculación durante los procesos de circulación de las novedades.
Estas novedades que por cierto tenían que ver necesariamente con los nuevos títulos, ya sean de discos o canciones, los  que iban entrando al circuito de la comunidad del cassette en aquella ciudad pérdida entre las paredes de un valle aún verde, aún húmedo que se hundía en agresivos pliegues de los cerros que nos cierran al desierto como lo era Copiapó.
De esa forma, considerando que las limitadas posibilidades formales de conseguir nueva música dentro de la ciudad, podemos referir casi como una parodia a los “viajes y descubrimientos”, los que renovarían constantemente la energía y la sopresa en la circulación al interior de la comunidad, de manera que cuando algún “viajero” tenía la aventurera oportunidad de atravesar el desierto hasta a otras ciudades, sobre todo a las grandes como Santiago, Valparaíso pero también a las del norte como La serena, Antofagasta o Iquique era casi una obligación, un deber dialéctico entre egoísta y altruista traer nueva música, ya haya sido esta original o grabada al circuito de circulación local.. de esa manera cuando uno viajaba y compraba o conseguía un nuevo casette, además de pensar en la propia colección y el prestigio que la novedad le daría, también pensaba en los amigos y el "círculo" con el que compartiría la nueva música.
En éste punto, el del compartir la música había una cuestión muy interesante y tenía relación  con cierto proceso del "desprendimiento", pensemos en cuando por ejemplo yo traía un nuevo casette y lo prestaba a un amigo, el hecho de prestarlo supone un acto de confianza, de confiarle a alguien un objeto preciado como lo eran los casettes en el círculo (o más exactamente los círculos), esto marcaba una forma de circulación desde la confianza en tanto existía algún riesgo de un objeto valorado, el que se diluía en la confianza.
Hace un tiempo le comentaba a un amigo que también había vivido lo que en estas líneas comentamos y le comentaba lo de la confianza, el me dijo “claro si de hecho, una vez me cobraste un cassette jajaja”, lo que podía ser interpretado como una falta de confianza, aquello había ocurrido cuando nos conocíamos y por tanto se entendía como algo anecdótico y me lo recordaba como reproche.
Recuerdo una vez en la que un compañero en la escuela que venía de otra ciudad, una mucha más grande le pedí prestado su casette  de soundgarden “Down on the Upside” que lo tenía original y me miro extraño.. finalmente accedió, pero una vez que yo ya lo tenía en mi poder me recordó que se lo “tenía que devolver” lo que me dio un poco de risa ya que era obvio que se lo devolvería, era parte de la dinámica del juego sin embargo esa muestra de desconfianza era esperable de alguien que venía recién llegando a ésta ciudad chica y que no pertenecía aún al círculo y que terminaría siendo un gran amigo hasta ahora.
Eso me hace reflexionar e interpretar en lo que el casette movilizaba, más allá de su condición de objeto, la confianza y la vinculación y lazo social entre jóvenes de una época, una forma especial, sui generis de solidaridad juvenil.
Por otra parte y pensando aún en la circulación, en el acto de prestar el cassette, otra cuestión que era muy característica-y retomando algo de lo planteado en los primeros párrafos- es la relación especial con el tiempo, puesto el tener que grabar un cassette entero suponía tener que escucharlo en tiempo real por ambos lados, con lo que sumamos una relación más densa con el tiempo, también en ciertamente con las relaciones cara a cara puesto eran la forma específica en como hacíamos circular la música entre nosotros . 
Recuerdo esas tardes luego de la escuela en las que llegaba a mi casa corriendo hasta la radio de doble casetera, preciado dispositivo capaz de reproducir el contenido del preciado cassette, muchas veces luego de haber grabado uno ya había aprendido la estructura del disco lo que ayudaba a entrar en una conversación con torpes pretensiones de erudición con otros amigos o amigas respecto a  los cassettes en los círculos que participaban del proceso, más allá de lo erudito o no, lo importante es que generaba un contenido compartido y que ayudaba también a generar una idea de grupo, un nosotros aunque difuso pero que si daba cierta idea de que eramos algo “distinto” a los poperos, los otros o cuando menos a quienes la música no le emocionaba….aunque ésta identidad era más bien algo tribal en el sentido de lo que años después deformarán la idea de las tribus urbanas.
Lo más entretenido de todo era que Copiapó no es una ciudad muy grande, aunque tampoco es tan chica por lo que los contenidos que circulaban, lo hacían tanto entre amigos y conocidos como también entre desconocidos, pero pensando que la dinámica de circulación era la de una forma de reciprocidad éstos desconocidos podían ser perfectamente los amigos de tus conocidos. Por lo que más allá de la cantidad de personas que practican el intercambio lo que importaba era la cualidad de la forma en la que intercambiábamos, con una relación densa con el tiempo cuando pasábamos horas grabando los cassettes (a veces más de dos) y con importantes vínculos cara a cara cuando hablábamos de ellos en la escuela o cuando éramos libres de ella en las fiestas de casas, en las peñas o simplemente en las calles mientras escondidos  compartíamos un vino a escondidas de los adultos y de la policía.
Una vez recuerdo haber comprado un casette poco común y haberlo llevado a Copiapó, una de las canciones era “In From de Storm” del disco ep the “Cry of Love” de Jimi Hendrix y que lo incluí enana cinta compilada que le presté a un amiga, recuerdo que meses más tarde hubo una fiesta o algo así en la casa de alguien y en un momento comienza a sonar “In From the Storm”, una canción muy poco común y le pregunté al dueño de casa por la canción, lo gracioso fue que el tenía una copia del compilado que yo había hecho y que había prestado a alguien algunos meses atrás, éste compilado había circulado por varias personas (que no conocí) hasta llegar al dueño de casa en esa fiesta, cosas como esas pasaban en ésta práctica social de intercambio que en cierta medida  hacen recordar la idea del “Don” de Marcel Mauss2  o incluso del “Kula” en Malinowski3, como para recurrir a dos nombres claves de la antropología (y sobre todo en temas de intercambio), que permitan conceptualizar situaciones y anécdotas como las mencionadas dentro de una dinámica de reciprocidad.
El cassette era más que sólo un artefacto musical era un artefacto que era acompañado de un rito social, de una aprendizaje de incorporar el tiempo y de relacionarte con lo otros en una época en la que los medios no nos entregaban lo que queríamos, y que mediante el formato de cassette logramos de manera espontánea y no planificada construir  por nosotros mismos un medio por el que enterarnos de los que pasaba musicalmente, también de descubrir esas joyas del pasado y por sobre todo de compartir en un contexto como el copiapino en el que era casi imposible salir de la coacción de la música de los adultos y de los idiotas autómatas consumidores de las modas comerciales de turno.
Pero más allá de lo musical que fue muy importante, la importancia fue la de haber compartido una dimensión muy relevante (la musical), en una etapa clave de la conformación de lo que somos como lo es la adolescencia dejando marcas y en algunos casos definiendo lo que seriamos como personas.
En lo musical desde el rock tanto nacional como de otros lugares (en sus más disimiles formas y des formas), fue la música con la que crecimos en el intercambio pasando por la música andina y el folclore, a la música clásica o el blues  y mucha música más llegó en un tránsito de reciprocidad y quedó para muchos marcado en nuestras vidas hasta hoy.
¿Qué hubiese sido de nosotros en éste rincón, de ese  valle accidentado y plagado de relieves que es Copiapó si no hubiésemos tenido el casette en los 90´s? al menos en lo personal, probablemente yo no estaría aquí ahora, finalizando éstas reflexiones y no sería quien soy.

1Eslogan de un programa de música de vanguardia, que invita a pensar en las masas invisibles.
2 Mauss, Marcel. 2009 [1925]. “Ensayo sobre el Don. Forma y Función del Intercambio en las Sociedades Primitivas”, Madrid: Katz Editores
3Malinowski, Bronislav. 1986. “Principales características del Kula”. En: “Los Argonautas del Pacífico Occidental”, Barcelona: Planeta Agostini

2 comentarios:

  1. Recuerdo que con el Jano, el hermano del Tomás, fue con quien más cambié música. Incluso a los CD les sacaba copia. Me acuerdo de ciertos momentos gratos e ingratos con ciertos discos, carátulas y canciones que sonaban en mi pieza, a oscuras, con audífonos o con los parlantes a todo volumen, entre el 93 y 99.
    Guerra

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    1. Buenos tiempos, buenos recuerdos, nuestra generación creo, está marcada en parte por el ritual social del cassette.. en otro post, reflexionaré pronto sobre el cassette pirateado en particular, tenía su gracia el reproducirlos, darles un toque especial.
      Gracias por el comentario. Un abrazo y saludos

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