El método como herramienta, como sistematización de estrategias y momentos dentro de la empresa científica es uno de los elementos esenciales dentro del mundo de la ciencia. Como dispositivo fue uno de los más relevantes en el fortalecimiento de la ciencia en el contexto del desarrollo del mundo ilustrado, en ese sentido el método científico dota al moderno ilustrado del a herramienta para buscar y encontrar las explicaciones del mundo que antes estaban entregados a la fe y el dogmatismo, de esta manera el pensamiento moderno ganaba (gracias al método) terreno al entonces pensamiento hegemónico, el pensamiento teísta en sus múltiples manifestaciones, en definitiva el método ayudó a derribar al pensamiento conservador y los dogmatismos de fe en la sociedad. Nietzsche tal vez podría considerar al método como una del las armas con las que el ser humano asesinó a dios y con ello influyó en un creciente proceso de secularización en el mundo occidental.
La constitución de la ciencia natural va de la mano de la consolidación del método científico como herramienta fundamental, es esta una herramienta que termina dotando de identidad a la ciencia como un nuevo y revolucionario campo en la emergencia del pensamiento moderno, en el entonces incipiente paradigma positivista que se enfrenta a las miradas tradicionales de lo metafísico que sustentaban tanto a las antiguas monarquías como a la iglesia.
En ese escenario podemos ubicar el problema del la identidad de la ciencia social y el método debido a que la naciente ciencia social buscaba la herramienta que pudiese sustentar y justificar su categoría científica de manera de poder superar la teorización sin mayor sistematización de muchos de los autores de la época, es así como la ciencia social buscaba con mucho interés la autoridad sobre un conjunto de procedimientos, sobre un método para validarse como discurso en la discusión intelectual de la época.
El evolucionismo y el positivismo fueron dos de las primeras marcas en el rostro del pensamiento del naciente mundo de la ciencia social, es en ese contexto en el que la definición de un método particularmente en la sociología como joven disciplina y en particular en el trabajo del francés Emile Durkheim en su clásica obra “Las Reglas del Método Sociológico” donde encontramos una articulación que busca dotar a la ciencia social de igualdad ante las llamadas ciencias naturales. Para Durkheim los hechos sociales eran sólo explicables por otros hechos sociales y por sobre todo los hechos sociales debían ser considerados como cosas, como entes estudiables con lo que define de un foco concreto de estudio y también de la paternidad de la ciencia social sobre este campo fenoménico lo que requería de un conjunto organizado de procedimientos para sistematizar el trabajo y obtener y profundizar el conocimiento.
Este campo, el de los procedimientos y de su rigurosidad constituye el dominio del método y de su disciplina, la metodología en las ciencias sociales.
De la mano de Durkheim muy tempranamente la sociología como emergente e incipiente ciencia de los social se logró instalar paulatinamente la idea de la validez científica de las ciencias sociales, camino que muy luego fue recorrido por otras disciplinas o ciencias sociales en el dinámico proceso de configuración de las identidades científicas de las ciencias sociales durante el S XIX.
Resulta paradojal que el método haya surgido en el contexto de una inacabada pugna entre el pensamiento conservador y confesional por una parte y el secular liberal y progresista por otro, situación en la que terminó por ayudar al desequilibrio a favor de la corriente ilustrada y racional. Esto ya que no pasó mucho tiempo antes de que el método se autoconstituyera en un nuevo dogma, cayendo en una formalización excesiva y una pétrea rigidez, poniéndose el método al servicio de nuevas formas de pensamiento dominante dentro del campo de la ciencia social.
Han contribuido a esta situación la posición hegemónica que logró el planteamiento positivista en los procesos de autodefinición de las ciencias sociales. Pese a que ya el positivismo ha dejado de tener el sitial hegemónico que tuvo en un comienzo en ciencia social si ha logrado imponer supuestos y conceptos con un fuerte arraigo en el campo de la ciencia, de esta forma el lenguaje de la ciencia y sus discursos presentan sobrevivientes evidencias del pensamiento positivista más recalcitrante que podemos ver aun en discusiones dicotómicas entre lo objetivo y lo subjetivo en ciencias sociales en las que más que la coexistencia y el diálogo pretenden ahogar toda reivindicación y reflexión en torno a la subjetividad..
Esta situación ha llevado a equivocadas concepciones respecto al papel y las cualidades del método en el que se les da preponderancia a los aspectos formales que a las necesidades específicas de los desafíos que lo invoquen, esto implica que la formalidad termina imponiendo las reglas a la realidad, el manual termina por explicar, por prescribir los pasos de aproximación a la realidad.
Producto de esto el método ha participado de una reconfiguración en la que el antiguo paradigma positivista y cientificista en las ciencias sociales terminó por constituir un nuevo status quo que apelaba al orden en la sistematización y una apreciable homogenización en las estrategias dando forma a un nuevo pensamiento dominante dentro de las ciencias sociales.
Esto produce una tendencia nefasta a la resignificación del método como una ley, como un conjunto de reglas que tienden a la inmutabilidad más que a un campo disciplinario en el que las estrategias y herramientas se correspondan con las necesidades particulares de un fenómeno en una realidad concreta y dinámica que es lo que a nuestro criterio debiese ser.
Es esta la razón que nos lleva a plantear el camino del metodólogo como un camino en el que debe jugar dos roles, el de un diseñador y el de un constructor, por cierto que ambos roles son simultáneos y coexistentes al enfrentar cualquier fenómeno que desafía nuestra curiosidad en ciencias sociales ya sea en cualquiera de las disciplinas o ciencias de dicho campo de conocimiento.
En nuestra perspectiva el carácter dinámico de la realidad es también una cualidad del conocimiento factible de construir y capturar por lo que el método ha de partir en dicha consideración como un arte, como un oficio en el que el investigador construye el sendero en el que profundizar en una o más dimensiones de una realidad ya sea socio cultural, histórica como psicosocial determinada, sería en esta lógica lo específico de nuestros problemas de investigación considerando en esto tanto al estado del conocimiento, las posibilidades de acceder a nuevos datos y todos los elementos que intervienen en la complejidad del contexto de la realidad social e histórica que contiene y envuelve a los fenómenos que puedan motivar el trabajo de investigación.
Esta postura implica una crítica a los planteamientos formalistas del cientificismo y se funda en la particularidad, lo específico y que reconoce lo incierto y lo subjetivo como cualidad de la realidad humana superando de esa forma discusiones formalistas y neo positivistas en las que se ha intentado asimilar equivocadamente a la subjetividad con la parcialidad dando cuenta de una intención de anular la validez de cualquier enfoque alternativo fundado fuera de los desgastados confines del formalismo más persistente.
Creemos que el método como disciplina de exploración del conocimiento en ciencias sociales debe considerar necesariamente las herramientas y alternativas de todos los paradigmas disponibles en el acervo de las disciplinas de la ciencia.
Sin negar el valor de la estructuración de los enfoques tradicionales que innegablemente han sido parte del progreso del conocimiento nos aventuramos a plantear que el camino del metodólogo en los tiempos actuales necesita de importantes grados flexibilidad y apertura hacia el constante dinamismo de las heterogéneas realidades y particularidades de los fenómenos que orienten los senderos de la investigación social en una contemporaneidad en la que las fronteras al interior del mundo de las ciencias sociales son difusas y simultáneamente, vivas lo que nos conduce al diálogo entre las ciencias y sus disciplinas internas más que a la segmentación del tratamiento en el conocimiento. Resultado de lo anterior es una creciente hibridación en las formas de enfrentar las investigaciones en las ciencias sociales en las que en función de la diversidad de cualidades de los fenómenos investigados, de sus tiempos específicos las ciencias sociales han llegado a compartir una importante batería de herramientas metodológicas y de procedimientos antes reservados a cada disciplina en particular pero hoy abiertas a la complementaridad.
Retomando lo planteado al comienzo el metodólogo debe enfrentar el proceso como un diseñador enfrentado a un desafío de un problema único generando una construcción también única y particular y no un aplicar obsecuente un conjunto de reglas inmodificables que se correspondan con la realidad a investigar.
La constitución de la ciencia natural va de la mano de la consolidación del método científico como herramienta fundamental, es esta una herramienta que termina dotando de identidad a la ciencia como un nuevo y revolucionario campo en la emergencia del pensamiento moderno, en el entonces incipiente paradigma positivista que se enfrenta a las miradas tradicionales de lo metafísico que sustentaban tanto a las antiguas monarquías como a la iglesia.
En ese escenario podemos ubicar el problema del la identidad de la ciencia social y el método debido a que la naciente ciencia social buscaba la herramienta que pudiese sustentar y justificar su categoría científica de manera de poder superar la teorización sin mayor sistematización de muchos de los autores de la época, es así como la ciencia social buscaba con mucho interés la autoridad sobre un conjunto de procedimientos, sobre un método para validarse como discurso en la discusión intelectual de la época.
El evolucionismo y el positivismo fueron dos de las primeras marcas en el rostro del pensamiento del naciente mundo de la ciencia social, es en ese contexto en el que la definición de un método particularmente en la sociología como joven disciplina y en particular en el trabajo del francés Emile Durkheim en su clásica obra “Las Reglas del Método Sociológico” donde encontramos una articulación que busca dotar a la ciencia social de igualdad ante las llamadas ciencias naturales. Para Durkheim los hechos sociales eran sólo explicables por otros hechos sociales y por sobre todo los hechos sociales debían ser considerados como cosas, como entes estudiables con lo que define de un foco concreto de estudio y también de la paternidad de la ciencia social sobre este campo fenoménico lo que requería de un conjunto organizado de procedimientos para sistematizar el trabajo y obtener y profundizar el conocimiento.
Este campo, el de los procedimientos y de su rigurosidad constituye el dominio del método y de su disciplina, la metodología en las ciencias sociales.
De la mano de Durkheim muy tempranamente la sociología como emergente e incipiente ciencia de los social se logró instalar paulatinamente la idea de la validez científica de las ciencias sociales, camino que muy luego fue recorrido por otras disciplinas o ciencias sociales en el dinámico proceso de configuración de las identidades científicas de las ciencias sociales durante el S XIX.
Resulta paradojal que el método haya surgido en el contexto de una inacabada pugna entre el pensamiento conservador y confesional por una parte y el secular liberal y progresista por otro, situación en la que terminó por ayudar al desequilibrio a favor de la corriente ilustrada y racional. Esto ya que no pasó mucho tiempo antes de que el método se autoconstituyera en un nuevo dogma, cayendo en una formalización excesiva y una pétrea rigidez, poniéndose el método al servicio de nuevas formas de pensamiento dominante dentro del campo de la ciencia social.
Han contribuido a esta situación la posición hegemónica que logró el planteamiento positivista en los procesos de autodefinición de las ciencias sociales. Pese a que ya el positivismo ha dejado de tener el sitial hegemónico que tuvo en un comienzo en ciencia social si ha logrado imponer supuestos y conceptos con un fuerte arraigo en el campo de la ciencia, de esta forma el lenguaje de la ciencia y sus discursos presentan sobrevivientes evidencias del pensamiento positivista más recalcitrante que podemos ver aun en discusiones dicotómicas entre lo objetivo y lo subjetivo en ciencias sociales en las que más que la coexistencia y el diálogo pretenden ahogar toda reivindicación y reflexión en torno a la subjetividad..
Esta situación ha llevado a equivocadas concepciones respecto al papel y las cualidades del método en el que se les da preponderancia a los aspectos formales que a las necesidades específicas de los desafíos que lo invoquen, esto implica que la formalidad termina imponiendo las reglas a la realidad, el manual termina por explicar, por prescribir los pasos de aproximación a la realidad.
Producto de esto el método ha participado de una reconfiguración en la que el antiguo paradigma positivista y cientificista en las ciencias sociales terminó por constituir un nuevo status quo que apelaba al orden en la sistematización y una apreciable homogenización en las estrategias dando forma a un nuevo pensamiento dominante dentro de las ciencias sociales.
Esto produce una tendencia nefasta a la resignificación del método como una ley, como un conjunto de reglas que tienden a la inmutabilidad más que a un campo disciplinario en el que las estrategias y herramientas se correspondan con las necesidades particulares de un fenómeno en una realidad concreta y dinámica que es lo que a nuestro criterio debiese ser.
Es esta la razón que nos lleva a plantear el camino del metodólogo como un camino en el que debe jugar dos roles, el de un diseñador y el de un constructor, por cierto que ambos roles son simultáneos y coexistentes al enfrentar cualquier fenómeno que desafía nuestra curiosidad en ciencias sociales ya sea en cualquiera de las disciplinas o ciencias de dicho campo de conocimiento.
En nuestra perspectiva el carácter dinámico de la realidad es también una cualidad del conocimiento factible de construir y capturar por lo que el método ha de partir en dicha consideración como un arte, como un oficio en el que el investigador construye el sendero en el que profundizar en una o más dimensiones de una realidad ya sea socio cultural, histórica como psicosocial determinada, sería en esta lógica lo específico de nuestros problemas de investigación considerando en esto tanto al estado del conocimiento, las posibilidades de acceder a nuevos datos y todos los elementos que intervienen en la complejidad del contexto de la realidad social e histórica que contiene y envuelve a los fenómenos que puedan motivar el trabajo de investigación.
Esta postura implica una crítica a los planteamientos formalistas del cientificismo y se funda en la particularidad, lo específico y que reconoce lo incierto y lo subjetivo como cualidad de la realidad humana superando de esa forma discusiones formalistas y neo positivistas en las que se ha intentado asimilar equivocadamente a la subjetividad con la parcialidad dando cuenta de una intención de anular la validez de cualquier enfoque alternativo fundado fuera de los desgastados confines del formalismo más persistente.
Creemos que el método como disciplina de exploración del conocimiento en ciencias sociales debe considerar necesariamente las herramientas y alternativas de todos los paradigmas disponibles en el acervo de las disciplinas de la ciencia.
Sin negar el valor de la estructuración de los enfoques tradicionales que innegablemente han sido parte del progreso del conocimiento nos aventuramos a plantear que el camino del metodólogo en los tiempos actuales necesita de importantes grados flexibilidad y apertura hacia el constante dinamismo de las heterogéneas realidades y particularidades de los fenómenos que orienten los senderos de la investigación social en una contemporaneidad en la que las fronteras al interior del mundo de las ciencias sociales son difusas y simultáneamente, vivas lo que nos conduce al diálogo entre las ciencias y sus disciplinas internas más que a la segmentación del tratamiento en el conocimiento. Resultado de lo anterior es una creciente hibridación en las formas de enfrentar las investigaciones en las ciencias sociales en las que en función de la diversidad de cualidades de los fenómenos investigados, de sus tiempos específicos las ciencias sociales han llegado a compartir una importante batería de herramientas metodológicas y de procedimientos antes reservados a cada disciplina en particular pero hoy abiertas a la complementaridad.
Retomando lo planteado al comienzo el metodólogo debe enfrentar el proceso como un diseñador enfrentado a un desafío de un problema único generando una construcción también única y particular y no un aplicar obsecuente un conjunto de reglas inmodificables que se correspondan con la realidad a investigar.
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