Advertencia:En función del tiempo, este post es sólo medio serio, pero lo suficiente para ser post.
Me he apurado un poco para poder escribir esto antes de que se acabe el mundo pasado mañana jejejej, precisamente el tema de hoy, quizás el último (no es en serio) es el fin del mundo.
Me he apurado un poco para poder escribir esto antes de que se acabe el mundo pasado mañana jejejej, precisamente el tema de hoy, quizás el último (no es en serio) es el fin del mundo.
La temática del fin del mundo, es un fenómeno muy interesante en términos
sociológicos y culturales, de entrada vamos a aclarar que desde esta tribuna innecesaria
y complejamente cotidiana no creemos en que el mundo se vaya a acabar pasado
mañana no obstante el hecho de que sea creído y sobre todo la forma de la
interpretación colectiva que circula son del todo interesantes puesto permiten
disparar preguntas, conjeturas y en
nuestro caso también una hipótesis.
Par no aburrir tanto al que no quiera leer mucho y también para joder
de pasaíta el formato clásico partiré por la conclusión.
4.-Conclusión
Nuestra tesis es que lo que
opera en la neurosis mediática y contemporánea del fin del mundo en sociedades
capitalistas y secularizadas como Chile, es por una parte: un error garrafal en
la traducción del sentido del “fin del mundo” y por otra una persistencia del
pensamiento confesional que logró trascender a su marco teológico original y que se ha
instalado en ciertas áreas del sentido común laico como
lo es el “apocalispsismo”. Esto en el contexto de transformaciones mayores en
las relaciones individuo y sociedad.
El mismo artefacto textual y lingüístico “fin del mundo”, tomado para
el caso que nos convoca de tradiciones medianamente recuperadas e interpretadas
desde los mayas y otras culturas americanas precolombinas (especialmente mesoamericanas) no tiene el mismo
sentido que el fin del mundo desde los discursos apocalíptico confesional ni apocalíptico
secular, hay ahí una tensión semántica invisible en la histeria contemporánea y que desarrollamos en secciones anteriores de este mismo post.
La traducción sobre la que operan las discusiones es groseramente
literal, no se interroga por el sentido ni la importancia de la traducción en si como ejercicio, es
como si hubiesen usado el traductor de google para hacerlo con lo que creemos
relevante preguntar, y que el sentido no es importante? Por cierto que lo es, que diría mi amigo Cristian Guerra si se le consultara por tan burdas traducciones.
Y ese punto de partida marca un axioma erróneo, sobre el que se construyen una serie
de imaginarios también erróneos y que mueven esa histeria ligth tan florida en estos días de víspera finmundista.
Ni la idea de fin ni la idea de mundo son iguales para culturas como
las precolombinas y muchas otras que aún sobreviven a la globalización que para
nosotros, herederos del judeocristianismo, el greco-romanismo, e hijos medios
no reconocidos de la modernidad occidental.
Esa es nuestra posición de lectura (como occidentales).
Por lo tanto el fin del mundo que se podría haber enunciado desde las
fuentes originales de los pueblos originarios no tiene que ver con el fin del
mundo que occidentalmente interpretamos puesto su posición de escritura es
ontológicamente distinta a la nuestra.
En ese error de interpretación que deriva un error en la traducción
socializada vemos además una imposición neocolonial del sentido occidental
sobre el sentido originario, lo anterior de una forma probablemente inconsciente
pero que da cuenta del solipsismo occidentalista tan propio de la modernidad y
de su cara obscura (parafraseando a Walter Mignolo), el colonialismo.
Entonces si usted es un apocalíptico, le recomiendo que se relaje
porque no va a pasar lo que usted teme ahora si usted disfruta de tener miedo
entonces aprovéchelo antes de pasado mañana. A los new age no les recomiendo
nada porque la tienen más clara y saben que hacer.
Para el resto que tenga tiempo y que crea que el mundo no se
acaba...les invito a leer lo que sigue....
1.-Siguiendo los nudos de las ideas
Comienzo el desarrollo de las ideas a partir de dos elementos esbozados
en párrafos iniciales como lo son, por una parte la creencia y por otra la
interpretación, estos elementos como centrales pero que deben ser contrastados
con una interrogación del sentido y la genealogía algo más compleja del
discurso que se conforma a partir de este discurso contemporáneo y que es heterogéneamente
compuesto.
Primeramente la creencia, como ya habíamos planteado para el contexto
de sociedades con algún grado importante de secularización como la chilena, ha
sido afectada principalmente en sus formas institucionales tradicionales, esto
es ligada a doctrinas formales y preceptos institucionales lo que es consistente
con los fenómenos de desinstittucionalización que plantean algunos, pero en
ningún caso lo ha sido a nivel subjetivo, lo anterior es consistente aun con
las transformaciones que separan al moderno sujeto de las instituciones que
plantean otros por ahí por la sociología denominada contemporánea (pueden
meterse en esa bolsa por ejemplo a conspicuos especímenes como Giddens, Touraine,
posmodernos a granel, estudiosos de la religiosidad popular en EEUU, Francia;
Brasil, México y Argentina por solo hacerla corta).
Partimos del supuesto de que la creencia forma parte de las practicas
subjetivas propias del ser humano y que más allá de sus ejercitaciones ya sean
estas propiamente religiosas, políticas o filosóficas existe en aquellos
procesos, en tanto cognitivos también una base afectiva (aquí recurrimos a la
eminente y sapiente buena onda de Varela y Maturana), por lo que las
transformaciones sociales en las instituciones que usufructúan de aquello, los
sujetos mantienen su propias formas de practicar la creencia buscando o creando
sus satisfactores alternativos, en particular en contextos secularizados.
Es decir que la institución religiosa al ver afectada su legitimidad
tiende a perder su monopolio de proveedor de verdades trascendentales,
emergiendo nuevas fuentes de satisfacción de la necesidad de creer, esto tanto
a niveles individuales como colectivos.. entre estas nuevas formas de creencias
como ya habíamos visto están las conspiraciones a las que ya les dimos algunas
vueltas por acá en algún momento y
también está por cierto la creencia en el fin del mundo.
En este punto debemos hacer una distinción puesto hay al menos dos
formas discursivas que acá se encuentran y que en apariencia textual son
similares pero que en genealogías y contenidos semánticos son bastante distintas,
a saber las vamos a distinguir para fines analíticos en dos bandos (no obstante
puedan en la realidad estar mezcladas de formas diversas) por una parte tenemos
la tradición apocalíptica del fin del mundo (confesional y secular) y por otra
a la que llamaremos new age.
Ambas comparten desde distintas raíces el artefacto textual y narrativo
llamado “fin del mundo” pero ambas están hablando de cosas distintas, y por
sobre todo subrayo que sus genealogías son radicalmente distintas.
Podemos partir con la buena onda del New Age, este heterogéneo
movimiento muy popular a partir de los 60´s tiene a su favor el punto de que su
interpretación es más respetuosa del sentido ontológico de la noción de fin de
mundo, que habrían planteado loa mayas y otros pueblos, su interpretación (tal
como su nombre indica) está más ligada a un cambio de era, de etapa, algo más shuper buena onda aunque esto puede variar en función de las manifestaciones muy diversas en base de la facción New Age que se
consulte o del gurú de turno que ande flotando por ahí. Lo que quiero destacar es que su traducción es mejor en el sentido de
que no impone el sentido literal sino que al menos intenta rescatar el sentido
de significado, para ponerlo en términos lingüísticos están más en el
significado que en el significante.
Como manifestación posmoderna e incluso poscolonial, el new age es una forma de reapropiación
híbrida y transcultural de tradiciones exóticas en las que los sujetos buscan vivir la
experiencia de creer, más allá de las prescripciones tradicionales y por tanto
no es de extrañar que sean tan populares (y cada vez más) en sociedades
aparentemente secularizadas y sobre todo en sus capas medias.
El fin del mundo new age no es un armagedon ni nada parecido, es más
bien un cambio de etapa.
Para comprender lo anterior debemos explorar e interrogar la noción de
mundo.
2.-Acerca de la Noción de Mundo
Hasta los albores de la modernidad la noción de mundo que se manejaba
en Europa no era radicalmente distinta a la de otras cultura, a saber la idea
de mundo daba cuenta de una organización del sentido y del significado, se
trataba de una concepción de la realidad, en términos filosóficos se acercaba a
lo que posteriormente llamamos ontología.
Pero con el proceso de emergencia del mundo moderno ocurrieron transformaciones
profundas, las que tocaron casi todos los aspectos de la vida material y
espiritual de las sociedades europeas, entre ellos también la noción de mundo.
Ese mundo que significaba sentido, significado para sus participantes
comienza a transformarse apropósito de los viajes de “descubrimiento” y
posterior conquista y colonización de los hasta entonces nuevos territorios.
Anterior estos viajes no existía
una imagen ni una aproximación física o al menos una representación gráfica del
mundo, con ellos aparecerán los primeros mapas que intentan dar una visión
física del mundo y con ello para nosotros en occidente la idea de mundo se
haría cada vez más sinónima a la de planeta como cosa objetiva (se recomienda
acá el eminente trabajo de Mary Louis Pratt “Ojos Imperiales”). El desarrollo del pensamiento
científico ayudaría a consolidar este nuevo sentido para el mundo, ahora
resignificado a través de la herramienta humanista de la ciencia, muy relevante
a aquello fueron el desarrollo de la cartografía y posteriormente su engendro
científico la geografía moderna, así como también la historia natural que
pariría más tardía mente a la biología (interesante en este último punto puede
ser revisar un par de capítulos de “Las Palabras y las Cosas” de Foucault).
El resultado de lo anterior es que para nosotros mundo es lo mismo que
planeta como cosa objetiva, por tanto un fin del mundo es un fin del planeta,
es decir si o si con el fin del mundo nos jodemos todos.
En cambio para culturas no occidentales de muchos untos del globo y en
diversos momentos del devenir la idea de mundo remite a una totalidad de
sentido, no a una imagen objetiva y cosificada del planeta, por lo que el fin
del mundo ha sido comprendido desde esa posición como un cambio en las
relaciones entre los pueblos, la naturaleza y el universo... y por cierto entre los seres humanos (esto
para bien o para mal).
Los finales de mundo marcan los cambios entre una época y otra en las
que las concepciones de la realidad cambian y en que las relaciones entre y al interior de los pueblos también cambian.
Ahora en el caso concreto Maya y su interpretación new age lo que se
plantea es que un movimiento estelar generaría el hito de inicio de una nueva
etapa, no que se acaba el mundo como planeta puesto esa no fue nunca una idea
propia de los Mayas. La interpretación new age puede ser discutida pero no es
el objeto de este post el hacerlo por lo que continúo con las argumentaciones.
3.-Apocalispsismos
Acá encontramos cual múltiples ríos que se encuentran y se funden para
dar caudal a una interpretación contemporánea que queremos diseccionar, otro
afluente no menor como lo es el apocalipsismo.
Este riachuelo poderoso tiene su origen en las aguas confesionales de
la lectura literal de la biblia judeocristiana, la que nos parece, ha tenido
una importante influencia cognitiva al mezclar en la cultura popular elementos disimiles como la lógica y
la creencia.
Esta última afirmación no es menor, pero al no ser objetivo de este
post solo diremos que mediante el
adoctrinamiento moral se ha logrado un condicionamiento lógico que ha logrado
instalar en la cultura y más allá de las adscripciones religiosas la teleología
narrativa de la biblia, lo que ha derivado en una estructuración que “facilita”
pensar linealmente de manera de que pensamos que las cosas tienen un génesis y
un apocalipsis, un comienzo y un final.. por tanto es esperable un fin del
mundo, que se potencia con la idea sinónima de mundo y planeta.
El apocalipsismo si bien es originario para nuestra cultura de la
tradición judeocristiana ha logrado trascender su progresivo desprestigio de la
mano de su aparente lógica, por lo tanto no es extraño que los seculares tengan
predisposiciones favorables a creer apocalípticamente aún cuando no crean en
dios ni participen de confesión alguna.
El apocalipsismo secular ha conquistado espacios a través de los medios
de comunicación por lo general poco serios como History Channel (Coincidimos
con la crítica de South Park en ese sentido, tal cuall) y otros tantos, que
construyen argumentaciones en collages audiovisuales que son socialmente dtados
de credibilidad en tanto son hechos en “género documental” (que ya criticáramos
ligeramente aquí mismito ), lo que demuestra en parte lo dócil de las audiencias.
Estas construcciones apocalípticas suelen mezclar sin ningún respeto
por la sintaxis argumental elementos tomados de la tradición bíblica, maya, new
age y lo que sea, logrando armar siempre collages heterogéneos pero organizados
audiovisualmente según el formato documental “más creíble” del mercado
contemporáneo, los que reconozco por cierto que son bastante entretenidos en
términos televisivos no obstante lo pobre de su valor investigativo
Es interesante destacar el papel de los medios en esta histeria apocalíptica,
a la ya comentada labor de bodrios actuales como History Channel, o canales de
cable que le siguen bien de cerca, a nivel local chilensis debemos decir que nuestro país ha sido atacado hace ya aproximadamente dos décadas por uno de las grandes pandemias contemporáneas como lo ha sido y aún es, el flagelo nacional de los matinales de TV, estos han
colaborado bastante en propagar sentido común a partir de refritos de segunda
mano del Internet. Debemos ser justos y
también mencionar más que honrosamente a Salfate (catalogado por los expertos como especímen de conspiraoicus mediáticus chilensis), importante personaje en estas lides y este
nuevo sentido común googleado, emergente de refritos web.
Cabe también destacar que este tema no ha tenido mayor importancia en
otros países, Chile para variar sacando medalla, pero creo que lo anterior debe
comprenderse a la luz no sólo de la influencia de los medios sino de una larga
data de apocalipcismo local derivada de desastres naturales que hacen que los
fines de mundo y los apocalipsismo tengan una base histórica de verosimilitud,
lo que puede dar para otro post.
5.- Palabras Finales
Como cierre plantear que para
nosotros la noción de fin de mundo apocalíptica, tanto confesional (ya fallida
en el 2000) como secular deben ser descartadas ya, no después de pasado mañana.
En cambio la new age amerita un a discusión mayor, a que puede darse después
de pasado mañana y en días posteriores.
Este es un tema interesante desde la discusión de imaginarios
poscoloniales y sus que puede llevarnos a modificar sanamente algunas certezas
epistemológicas provincianas de raigambre eurocéntricas que constituyen sentido
común para nuestra cultura.
Para finalizar destacar la cualidad hermenéutica del fenómeno, la
interpretación supone el encuentro de subjetividades que piensan al otro y que
pueden o no una reflexividad en dicha interpretación, en este caso, el del
apocalipsismo contemporáneo queda claro que lo que se hace es imponer un modelo
que transforma la interpretación en una proyección cultural de quien interpreta
y no una expresión de quien enuncia.
Lo anterior da cuenta de la relevancia de la traducción como ejercicio
transcultural y por tanto a tratarla de una manera más reflexiva.
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