miércoles, 5 de octubre de 2011
Copiapó y la Pregunta Urbana: Desarrollo, Inversiones e Impacto Ambiental
viernes, 1 de julio de 2011
Copiapó: Pensar La Ciudad, Ciudadanía y Políticas Públicas
Desde ya dejamos anunciado que tanto CCIRA como CIEPPS trabajan para la reprogramación futura de la actividad para el segundo semestre de 2011.

domingo, 29 de mayo de 2011
Desarrollo? Y Sociedad de Consumo. El Caso Chileno
La tesis central de Max Weber en “la Ética protestante y el espíritu del capitalismo” vivió un resurgimiento durante la última mitad de los años cincuenta, que generó por una parte la justificación sociológica para quienes veían en la cultura católica española la causa del retraso de nuestro país, construyendo un discurso anglófilo que se oponía a las posturas hispanistas y sud americanistas, y por otra parte fue un antecedente teórico de una nueva corriente teórica, la teoría del desarrollo y la modernización, es esa la que concentra nuestro interés crítico por constituirse como una nueva ideología como plantea Doris Cooper, que reformulada en un nuevo discurso desarrollista guía las directrices políticas de nuestro país y obnubila la realidad velada tras el discurso técnico de desarrollo, el subdesarrollo y la in sustentabilidad de las estrategias productivas en nuestro horizonte político.
Nuestro país a sido reculturalizado en el miedo y el individualismo de la dictadura y la transición, el nuevo sujeto chileno tataranieto de la neurosis de la identidad bastarda a incorporado al mercado y sus posibilidades en su personalidad. El proceso de modernización de los últimos treinta años a modificado los patrones culturales de nuestra gente, acortando enormemente la distancia entre los patrones de conducta globalizados hegemónicos, es decir en estos momentos las características psicosociales planteadas décadas atrás como variables independientes en los esquemas de desarrollo de de autores como McClelland, Inkeles y Lerner en nuestro país han tendido a la homogenización cultural, a las culturas de hegemonía sin que ello se allá traducido en desarrollo duro como era la tesis de dichos autores, sino que en una profundización de la dependencia económica y ahora cultural de la mano del consumo.
¿cómo nuestros patrones culturales son funcionales a este esquema de subordinación?, como un efecto derivado del individualismo neoliberal, la desarticulación del tejido social y la raíz de ahistoricidad de nuestra cultura chilena, moldeada siempre por una lumpen elite, entregada a los dominadores de turno.
Cuando los primeros teóricos de la dependencia crítica estudiaron el consumo, lo hicieron desde la economía dura de manera de que cabía esperar una bifurcación de los efectos del consumo en una serie de dimensiones de análisis.
En lo netamente económico la inversión en consumo en economías subdesarrolladas generaría asimetrías económicas derivadas del fortalecimiento de áreas económicas poco relevantes e insuficiente desarrollo de áreas clave en la economía de las naciones subdesarrolladas, asimetría que afectaría sólo la sustentabilidad económica al profundizar la dependencia respecto las economías hegemónicas externas. Las políticas de sustitución de importaciones sólo funcionó en el contexto de una pauperización de las relaciones de subordinación al primer mundo como producto de la segunda guerra mundial, por lo que las agencias estatales de desarrollo en la región tomaron la iniciativa en temas como la progresiva y pequeña industrialización de ciertas áreas de la economía y la participación de las elites estuvo circunscrita a el aprovechamiento coyuntural de las oportunidades abiertas por la segunda guerra.
En ese sentido, la nueva coyuntura de auge e incentivo del consumo en la región requería de condiciones culturales favorables al consumo, de esta manera los valores pequeño burgueses capitalistas se amoldarían a este requerimiento de el capitalismo, la ideología del consumo penetraría nuestra dermis cultural ayudada décadas más tarde por la liberalización da nuestra economía a partir de la dictadura.
La secularización rompe con valores tradicionales, y el discurso desarrollista y anglófilo es de alguna forma la nueva fe importada desde el primer mundo que sólo encontraría aliados en los sectores liberales y especuladores de nuestra elite, hasta que nuestras universidades se prestaran a educar bajo estos supuestos a las futuras generaciones de burócratas y tecnócratas, del estado y del mercado, sintonizando a nuestra elite a los requerimientos históricos de subordinación, cual pacto entregado sin más a la contraparte.
Una nueva ideología de masas para marcar el disco duro de nuestra cultura de cara a la globalización y un seguro de subordinación a la vez, el consumo como cultura… como mecanismo de expresión del ego, en el vació de responsabilidad histórica.
La colonización más profunda, la del espíritu mediante los mass media nos a distanciado aún más culturalmente de nuestra región, estos nuevos modelos adquiridos mediante los mass media, herramienta ideológica de educación pasan por espejos normativos de nuestra cultura, en la que el reflejo de nuestra imagen no existe sino que la imagen del espejo nos presenta un modelo al que aspiramos, un reflejo paradojal puesto es el reflejo antes que la imagen y que por cierto es el opuesto de lo local, lo regional, que esconde cualquier rasgo que nos recuerde los que somos, sudamericanos sin identidad.
Nuestra economía, de la mano de un sistema educacional que opera en la ahistória y los medios de idiotización de masas ofrecen un nuevo producto a los oferentes del producto y del servicio (por cierto extranjeros), ofrece multitudes armadas de plástico bien dispuestas ante la usura del interés, compradores voraces, de lo que sea que se venda.
Mientras nuestras elites tecno-burocráticas han sido dóciles consumidoras de la nueva fe de la gestión pública internacional y nuestra economía traspasa la subordinación a través del consumo de tecnología, no hay discusión ni conciencia de una dulce subordinación bajo los efectos del soma del consumo para las complacidas masas.
El mercado a educado a las masas docilizándolas de la mano de una educación orientada al individuo y descontextualizada de su lugar y su tiempo, perdida en las coordenadas de la historia, la ahistoricidad de los esfuerzos educativos la vemos en el marco teórico de una reforma (educativa) creada para aplicarse en Europa, en las condiciones que el primer mundo ofrecía y que aún así (en sus condiciones nativas) fracasó….. y criollas y brillantes mentes tecnocráticas esperaban que la reforma extemporánea, funcionara acá, eso es, o no querer reconocerse o implantar una política apologética al actual estado de la globalización en la región y a las condiciones de “caballo de Troya” que nuestro país significa para el capital transnacional. En definitiva, una reforma modernizadora de las mentes de los estudiantes que no educa que no cuidadaniza al estudiante sino que más bien lo prepara para el consumo, un sujeto menos ciudadano y más consumidor.
En la actualidad las mediciones arrojarían incrementos del n-logro y el modernismo mental sin que estos hechos impliquen desarrollo ni potencial desarrollo debido a que son efectos del incremento de la exposición simple a los mass media y a la nueva hegemonía de internet y no representan giros en las estrategias de desarrollo social de nuestras entregadas elites, tanto políticas como cientistas sociales y por otro lado parecen sólo profundizar la enajenación a la historia del chileno.
El consumo como práctica conspicua es un fin socialmente legitimado por la educación y la comunicación en el contexto de nuestra cultura dependiente y para eso el mercado a dispuesto de dinero dulce en forma de tarjetas para que el sujeto masa y consumidor reafirme su ego mediante el consumo, el rito que reafirma la nueva doctrina el liberalismo de laboratorio, el consumo como ostentación de status y como aplacador de la ansiedad, soluciones para un sujeto con vació de tiempo, con vació de lugar, con una neurosis histórica, una neurosis de identidad
miércoles, 23 de febrero de 2011
Método en Ciencias Sociales. Del (neo)Dogma a la Construcción
La constitución de la ciencia natural va de la mano de la consolidación del método científico como herramienta fundamental, es esta una herramienta que termina dotando de identidad a la ciencia como un nuevo y revolucionario campo en la emergencia del pensamiento moderno, en el entonces incipiente paradigma positivista que se enfrenta a las miradas tradicionales de lo metafísico que sustentaban tanto a las antiguas monarquías como a la iglesia.
En ese escenario podemos ubicar el problema del la identidad de la ciencia social y el método debido a que la naciente ciencia social buscaba la herramienta que pudiese sustentar y justificar su categoría científica de manera de poder superar la teorización sin mayor sistematización de muchos de los autores de la época, es así como la ciencia social buscaba con mucho interés la autoridad sobre un conjunto de procedimientos, sobre un método para validarse como discurso en la discusión intelectual de la época.
El evolucionismo y el positivismo fueron dos de las primeras marcas en el rostro del pensamiento del naciente mundo de la ciencia social, es en ese contexto en el que la definición de un método particularmente en la sociología como joven disciplina y en particular en el trabajo del francés Emile Durkheim en su clásica obra “Las Reglas del Método Sociológico” donde encontramos una articulación que busca dotar a la ciencia social de igualdad ante las llamadas ciencias naturales. Para Durkheim los hechos sociales eran sólo explicables por otros hechos sociales y por sobre todo los hechos sociales debían ser considerados como cosas, como entes estudiables con lo que define de un foco concreto de estudio y también de la paternidad de la ciencia social sobre este campo fenoménico lo que requería de un conjunto organizado de procedimientos para sistematizar el trabajo y obtener y profundizar el conocimiento.
Este campo, el de los procedimientos y de su rigurosidad constituye el dominio del método y de su disciplina, la metodología en las ciencias sociales.
De la mano de Durkheim muy tempranamente la sociología como emergente e incipiente ciencia de los social se logró instalar paulatinamente la idea de la validez científica de las ciencias sociales, camino que muy luego fue recorrido por otras disciplinas o ciencias sociales en el dinámico proceso de configuración de las identidades científicas de las ciencias sociales durante el S XIX.
Resulta paradojal que el método haya surgido en el contexto de una inacabada pugna entre el pensamiento conservador y confesional por una parte y el secular liberal y progresista por otro, situación en la que terminó por ayudar al desequilibrio a favor de la corriente ilustrada y racional. Esto ya que no pasó mucho tiempo antes de que el método se autoconstituyera en un nuevo dogma, cayendo en una formalización excesiva y una pétrea rigidez, poniéndose el método al servicio de nuevas formas de pensamiento dominante dentro del campo de la ciencia social.
Han contribuido a esta situación la posición hegemónica que logró el planteamiento positivista en los procesos de autodefinición de las ciencias sociales. Pese a que ya el positivismo ha dejado de tener el sitial hegemónico que tuvo en un comienzo en ciencia social si ha logrado imponer supuestos y conceptos con un fuerte arraigo en el campo de la ciencia, de esta forma el lenguaje de la ciencia y sus discursos presentan sobrevivientes evidencias del pensamiento positivista más recalcitrante que podemos ver aun en discusiones dicotómicas entre lo objetivo y lo subjetivo en ciencias sociales en las que más que la coexistencia y el diálogo pretenden ahogar toda reivindicación y reflexión en torno a la subjetividad..
Esta situación ha llevado a equivocadas concepciones respecto al papel y las cualidades del método en el que se les da preponderancia a los aspectos formales que a las necesidades específicas de los desafíos que lo invoquen, esto implica que la formalidad termina imponiendo las reglas a la realidad, el manual termina por explicar, por prescribir los pasos de aproximación a la realidad.
Producto de esto el método ha participado de una reconfiguración en la que el antiguo paradigma positivista y cientificista en las ciencias sociales terminó por constituir un nuevo status quo que apelaba al orden en la sistematización y una apreciable homogenización en las estrategias dando forma a un nuevo pensamiento dominante dentro de las ciencias sociales.
Esto produce una tendencia nefasta a la resignificación del método como una ley, como un conjunto de reglas que tienden a la inmutabilidad más que a un campo disciplinario en el que las estrategias y herramientas se correspondan con las necesidades particulares de un fenómeno en una realidad concreta y dinámica que es lo que a nuestro criterio debiese ser.
Es esta la razón que nos lleva a plantear el camino del metodólogo como un camino en el que debe jugar dos roles, el de un diseñador y el de un constructor, por cierto que ambos roles son simultáneos y coexistentes al enfrentar cualquier fenómeno que desafía nuestra curiosidad en ciencias sociales ya sea en cualquiera de las disciplinas o ciencias de dicho campo de conocimiento.
En nuestra perspectiva el carácter dinámico de la realidad es también una cualidad del conocimiento factible de construir y capturar por lo que el método ha de partir en dicha consideración como un arte, como un oficio en el que el investigador construye el sendero en el que profundizar en una o más dimensiones de una realidad ya sea socio cultural, histórica como psicosocial determinada, sería en esta lógica lo específico de nuestros problemas de investigación considerando en esto tanto al estado del conocimiento, las posibilidades de acceder a nuevos datos y todos los elementos que intervienen en la complejidad del contexto de la realidad social e histórica que contiene y envuelve a los fenómenos que puedan motivar el trabajo de investigación.
Esta postura implica una crítica a los planteamientos formalistas del cientificismo y se funda en la particularidad, lo específico y que reconoce lo incierto y lo subjetivo como cualidad de la realidad humana superando de esa forma discusiones formalistas y neo positivistas en las que se ha intentado asimilar equivocadamente a la subjetividad con la parcialidad dando cuenta de una intención de anular la validez de cualquier enfoque alternativo fundado fuera de los desgastados confines del formalismo más persistente.
Creemos que el método como disciplina de exploración del conocimiento en ciencias sociales debe considerar necesariamente las herramientas y alternativas de todos los paradigmas disponibles en el acervo de las disciplinas de la ciencia.
Sin negar el valor de la estructuración de los enfoques tradicionales que innegablemente han sido parte del progreso del conocimiento nos aventuramos a plantear que el camino del metodólogo en los tiempos actuales necesita de importantes grados flexibilidad y apertura hacia el constante dinamismo de las heterogéneas realidades y particularidades de los fenómenos que orienten los senderos de la investigación social en una contemporaneidad en la que las fronteras al interior del mundo de las ciencias sociales son difusas y simultáneamente, vivas lo que nos conduce al diálogo entre las ciencias y sus disciplinas internas más que a la segmentación del tratamiento en el conocimiento. Resultado de lo anterior es una creciente hibridación en las formas de enfrentar las investigaciones en las ciencias sociales en las que en función de la diversidad de cualidades de los fenómenos investigados, de sus tiempos específicos las ciencias sociales han llegado a compartir una importante batería de herramientas metodológicas y de procedimientos antes reservados a cada disciplina en particular pero hoy abiertas a la complementaridad.
Retomando lo planteado al comienzo el metodólogo debe enfrentar el proceso como un diseñador enfrentado a un desafío de un problema único generando una construcción también única y particular y no un aplicar obsecuente un conjunto de reglas inmodificables que se correspondan con la realidad a investigar.