sábado, 22 de febrero de 2014

La Antropología y tres visiones sobre la historia.

El presente post nada cual naufrago en una tasa de agua sobre la discusión de la dimensión histórica en antropología, revisamos tres puntos de enunciación, de tres autores relevantes aunque diferentes en sus abordajes, sus escuelas y sus momentos de producción intelectual. 

Para comenzar habría que destacar que pese a las diferentes miradas teóricas de estos tres autores sus obras contribuyen (desde posiciones distintas remarcamos) a una apertura de la antropología desde miradas y construcciones más rígidas y monolíticas a una mayor flexibilidad y diversidad desde mediados del siglo XX Hacia delante, son autores que en diversos grados participan del giro de la antropología de una mirada estática a una dinámica y crecientemente relativista y con énfasis en lo simbólico y el poder, entre lo particular y lo general. Ese es un punto en el que podemos ver una confluencia, aunque aún muy gruesa pero queremos destacarlos como punto de partida para comenzara a afinar la mirada sobre las diferencias en sus tratamientos teóricos.
Para Evans-Pritchard la historia supone no una asociación de hechos o hitos, mucho menos una simple cronología de sucesión  de efemérides, visión esencialmente moderna y teleológica de la historiografía en su reconstitución y reciclaje en disciplina científica y muy en boga (con la salvedad tal vez de los planteamientos de autores de la escuela de los annales y de los autores por estos influidos en las décadas posteriores)  durante la primera mitad del siglo XX. Su énfasis estaba puesto en las relaciones entre los elementos de la historia, siguiendo conceptos semióticos podríamos interpretar en su perspectiva una orientación al sintagma entre los elementos de la historia como campo o como una dimensión  en la que siempre encontramos generalidad y particularidad y en la que la interpretación es una cualidad importante, de esta forma la noción de “estructura” sería  también interpretada en la misma lógica, la de una conjunto de relaciones expresadas históricamente.
De esta forma la historia es una dimensión relevante en el análisis de Evans-Pritchard ya que la historia de los grupos sería también parte de su presente, siempre hay una lectura en el presente, una apropiación social de la historia en el presente en cada sociedad. Su énfasis disciplinario está puesto en la rigurosidad del tratamiento de las fuentes documentales, en ese sentido su aproximación es historiográfica siguiendo a Langlois y Seignobos en lo metodológico.
Por su parte Eric Wolf retomaría un interés material en su mirada analítica pero mediadas por el poder, para este autor las formas de organizar el poder y  las formas culturales se inscriben en la materialidad del mundo que integran.  Como Evans-Pritchard Wolf tomaría atención por la dialéctica entre lo particular y lo general al realizar su crítica a la idea de historia de occidente como una historia autónoma, independiente del devenir de todo pueblo o sociedad no occidental, en ese sentido su crítica a la narrativa del progreso, hegemónica en la modernidad europea y que en gran medida descansaba en la dicotomía entre sociedades tradicionales y modernas[1], esta dicotomización de las sociedades llevaba a una interrumpida comprensión de sus ínter vínculos ya que se consideraba a cada sociedad como una sistema cerrado con sus fronteras bien definidas y en esa perspectivas ambos “estadios” eran considerados como niveles separados y no como partes de un proceso interconectado. En éste último punto es relevante su revisión de la teoría de los sistemas mundiales de Wallerstein ya que contribuye a generar un zoom con atención a la posición de la particularidad de un determinado caso histórico o de determinada sociedad en un marco general. 
Esta mirada dejaba fuera de la historia y en particular de vinculaciones concretas a toda sociedad no occidental, además dándole una cualidad esencialmente estática a estas sociedades y por contraparte dotando de una cualidad dinámica e historizada a las sociedades modernas… por eso el título de su importante obra “Europa y la Gente sin Historia” (1982), la historia había sido patrimonializada por occidente y su planteamiento teórico enfrenta muy acertadamente dicha posición, además dicha visión sobre la historia (la criticada) reproducía una forma de praxis histórica que se concentraba en las historias de las elites y los dominadores dejando de lado todo una diversidad de actores y sus situaciones que han formado parte activa de la historia y que constituyen vacíos en la historia hegemónica.
Por su parte don Clifford Geertz contribuiría a introducir algunos planteamientos weberianos  en antropología (tal vez en parte facilitado por intermedio de su cercanía académica a T. Parsons), recordemos que los planteamientos de Max Weber no habían tenido protagonismo hasta el momento en el debate antropológico  por lo que la hermenéutica[2] se constituye en el ingrediente que da forma a la nueva escuela antropológica, la interpretativa  de la mano de elementos como la crítica literaria y la noción de cultura de Boas… Con Geertz entonces ingresan al campo disciplinario elementos como la idea weberiana de los tipos ideales con fines analíticos así como la noción o idea de entender la cultura como un texto gana relevancia en el análisis etnográfico por lo que la perspectiva de la historia estaría igualmente permeada por la potencia de la perspectiva geertziana, acá la historia implicaría los procesos de cambio con especial interés en los procesos simbólicos y el poder, particularmente en sus vinculaciones intangibles. El autor destaca los estudiosos (particularmente de indonesia) han intentado hacer un forma de historia para la que no disponen de las fuentes o insumos simultáneamente que han descuidado una forma de historia que si es  factible de construir. Sobre dicha discusión Geertz plantea dos formas de entender la tarea historiográfica, la primera (periodizante) como una sucesión de acontecimientos o de fases secuenciales y la segunda (procesual) como un proceso de cambio histórico relativamente continuo en el que no es posible establecer divisiones.
La perspectiva de Geertz centrara su atención en la multi disciplinaridad del análisis sobre realidades complejas y específicas cruzadas por los significados tejidos por los sujetos en sus tramas historizadas. 
En conclusión podemos observar que los tres planteamientos poseen diferencias en cuanto a los énfasis y en especial a sus caminos de interdisciplinaridad en el que la que se recogen desde diversas disciplinarias y de diversas escuelas teóricas dando por resultado modelos teóricos originales y distintos entre si. Sus principales convergencias están dadas en función de la apertura de la disciplina a la diversidad de miradas ayudando importantemente a la interdisciplinaria contemporánea, incluso en algunos casos apuntando a algo que podríamos intuir como una transdisciplinaridad, los “Géneros Confusos” de Geertz en “Conocimiento Local” (1983) dan cuenta un poco de esa dirección.
En definitiva los tres autores contribuyen a una crítica a la unicidad disciplinaria y al discurso moderno grueso y homogenizador que tiende a lo estático y al etnocentrismo euroilustrado contribuyendo a la flexibilidad teórica y al avance del pensamiento social y al diálogo dinámico entre las ciencias sociales con una mirada de proceso. Las principales diferencias están dadas por sus reciclajes teóricos y las especificidades que estos elementos  otorgaron a sus planteamientos además de las aproximaciones interdisciplinarias es así como en el caso de Evans-Pritchard la orientación historiográfica es notoria mientras que en Wolf la economía y una cierta orientación a la geografía o ecología política pueden leerse bajo sus líneas, muy distinta a la clara vocación por la crítica literaria y la hermenéutica en Geertz, no obstante sus diferencias los tres autores aportan a la historización de la mirada antropológica, posición que también defendemos en esta tribuna despoblada de lo innecesario, lo complejo y lo cotidiano.




[1] Situación que podemos ver ejemplificadas en trabajos clásicos de la sociología como “La División Social del Trabajo” de  Emile Durkheim con su tipologización de las sociedades en el par conceptual polar de sociedades tradicionales y modernas y sus respectivas formas de integración con  las solidaridades orgánicasy mecánica. Otro caso también clásico puede identificarse en “La Comunidad” de Ferdinand Tönnies con la distinción algo más romántica entre sociedad y comunidad. En ambos casos pueden funcionar como ejemplos paradigmáticos en ese sentido.
[2] Y por intermedio de Geertz que “descubre” antropológicamente a Max Weber la antropología en un primer momento simbólica e interpretativa se conecta con parte importante el legado epistemológico del historicismo alemán, léase Windelband, Rickert y Dilthey por nombrar algunos representativos.

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