miércoles, 12 de febrero de 2014

Rumor, Complot y Creencia: Construcción Social de la Realidad más allá de la Modernidadl Nor-atlántica

El siguiente post que reinaugura para este 2014 las reflexiones inecesariamente complejas y cotidianas,  discuto los conceptos de complot y las dinámicas del rumor como forma de construcción social de la realidad desde una perspectiva antropológica que no distingue las esferas de lo político, lo social y lo religioso, abordaremos bibliografía que da cuenta de referentes del tercer mundo, nuestro querido tercer mundo, con ello, buscamos sumar en la tarea de descentrar el análisis desde los marcos etnocéntricos de la teoría nor-atlántica. 


Uno de los fenómenos religiosos observables en los tiempos que corren (y también en las últimas décadas) ha sido la proliferación de corrientes religiosas cristianas de origen no católica en Latinoamérica, muy importantemente iglesias de origen protestante en sus más diversas ramificaciones. Éste fenómeno se ha podido observar tanto cuantitativa y demográficamente desde estrategias especializadas como los CENSOS de población como de la simple observación del aumento de la presencia urbana de las iglesias evangélicas y también de otros cultos importados desde EEUU como la iglesia mormona.
Sobre algunas dimensiones asociadas a éstas dos esferas institucionales de la religión en es que comenzaremos nuestras revisión de los textos, comenzando por el trabajo de Ceriani[1] acerca de la construcción mítica de la existencia de personajes con características sobrenaturales en el chaco. Siguiendo algunas de las discusiones iniciadas Tausig en relación a los imaginarios culturales de los mitos de los diablos y otros personajes sobrenaturales en contextos del encuentro nativo y capitalista[2].
Entrando en materia el autor se centrara en el conflicto entre las iglesias evangelio y mormona en el nor este y el Chaco Argentino con un énfasis especial en los rumores y el mito como herramienta de circulación discursiva de conflictos y de drama social (en sentido turneriano).
Antes debemos dar algo de marco histórico al tema por lo que se hace necesario tomar nota de algunos elementos historiográficos aportados por el autor para contextualizar el análisis. En ese sentido las iglesias protestantes habían adquirido notoria relevancia en la región luego de la conversión de los liderazgos tradicionales al evangelio con los que el evangelismo gozaba de una hegemonía religiosa en la región. No es hasta fines de los 80´s y comienzos de los 90´s que la situación sería transformada con la llegada de la iglesia mormona y su algorítmica expansión social en la región.
Ëste nuevo escenario habría supuesto según recoge Ceriani un conflicto en múltiples dimensiones ya desde el comienzo. Por una parte el evangelio veía amenazada su hegemonía y por otra parte ambas estructuras poseían formas culturales administrativas muy distintas contrastando la autonomía evangélica versus la centralidad administrativa mormona.
Más allá de un análisis organizacional de ambos cultos éste hecho es interesante puesto podemos observar que la iglesia mormona entra en un escenario ya naturalizado y es fácilmente observada como una estructura foránea de hecho se trata de una organización claramente estadounidense[3] y además con una estructura fuertemente centralizada que o dejaba espacio para la emergencia de particularidades que redundaran en autonomía. Con éstos elementos como materia prima “objetiva” la iglesia Evangelio inicia una serie de rumores en contra de sus adversarios proselitistas y son éstos rumores ligados a figuras diabólicas, vampíricas y canibalísticas las que en un fenómeno mitopoiético (siguiendo la noción de Shalins 1983).  Estos rumores relacionarían a éstos personajes mítico-diabólicos a la iglesia mormona logrando afectar su crecimiento como iglesia. Éstos rumores manipulaban por una parte ciertos elementos reales como también arovecharon precedentes previos en la construcción de mitos en la región. En ese sentido el trabajo de Gordillo ya había mostrado la construcción de personajes diabólicos en entre los Toba, a éste respecto la aparición de la “reina Moronia”, una figura diabólica y monstruosa se constituía en la narrativa del rumor en el corazón de la organización mormona y poseía como principal características  alimentarse de sangre de vírgenes por lo que el trabajo completo de la iglesia era interpretado como una orgánica motivada a conseguir la sangre de las vírgenes lo que explicaba la presencia y el deambular de  los elders en la región[4]. Complementado lo argumentado podemos agregar que las creaciones de “seres mítico-diabólicos” formaba parte del acervo cultural y en alguna medida constituían un elemento coherente con la especificidad de la regularidad discursiva[5] tradicional local por tanto favorecidas por las “condiciones de posibilidad de ser verdaderas” en términos discursivos lo que fue muy bien aprovechado por los evangélicos.
El rumor en tanto herramienta cumplió su cometido en manos del mundo del evangelio aprovechando las condiciones culturales mediante su mayor conocimiento de la realidad local y sus tradiciones sumados a elementos sociológicos en las características de las mismas iglesias, su carga simbólica y su potencial comprensión por parte de la comunidad.
Siguiendo con los evangélicos en el contexto de las últimas décadas en Argentina nos detendremos ahora en un trabajo de Matt Marostica[6] en el que el autor explora en la utilización de otro recurso que ésta ciertamente ligado al rumor como lo es el complot (o conspiración), en éste caso la atención está centrada en reflexionar en la utilización que las cúpulas evangélicas han hecho del complot católico como argumento movilizador de sus huestes ante determinadas coyunturas (especialmente políticas). En relación al lo último planteado el autor enfatiza que en tanto herramienta el complot o marco interpretativo ha sido utilizado por la iglesia evangélica con fines políticos sin embargo esto se puede apreciar sólo en dos de los tres capítulos de la historia reciente ya que en el primero de ellos la coyuntura no permitía su actuar político (1986).
El punto de partida del análisis es la campaña anti-secta de 1986, campaña que afecto a gran número de expresiones religiosas que pueden agruparse bajo la denominación de “nuevos movimientos sociales”, es decir un periodo ciertamente hostil desde la institucionalidad hegemónica nacional (catolicismo) en lo religioso y también en lo político (el estado) en ese sentido no podemos pasar por alto la especificidad de dicha coyuntura, sobre ese particular el autor recurre a una argumentación de Frigerio para comprender la respuesta argentina a la emergencia de nuevas prácticas y doctrinas religiosas como una reacción nacionalista fundamentada en los argumentos de “curas expertos”, do todo lo anterior se podía identificar como una de las principales conclusiones que las iglesias evangélicas eran las “sectas más peligrosas”.
Ante ésta coyuntura el mundo evangélico institucional no responde empleando la noción de complot sino realizando su propia campaña anti secta mostrándose como una iglesia de corte tradicional realizando una diferenciación, una demarcación entre ellos y las verdaderas sectas, en relación a lo anterior el autor recoge material de prensa de la época dando cuenta de dicha estrategia de respuesta “apolítica”.
Pero la situación es distinta en los dos isues siguientes, ya en los años 90´s la estrategia de la iglesia evangélica argentina opta por la politización en el contexto de un nuevo conflicto en el que se veían inmersos con  el estado.
De ésta forma el autor nos introduce a la instrumentalización de la teoría del complot católico para movilizar a su rebaño dando cuenta de una clara diferencia en la estrategia y el discurso para oponerse a la adversidad.
En relación a lo anterior el sentimiento de persecución que el mundo evangélico socializó estaba inmerso en un marco interpretativo que tenía una estructuración claramente conspirativa y que identificaba a la institucionalidad católica como principal responsable de la situación, en concreto de la “Ley de libertad religiosa” de ésta forma cristalizaron su oposición política a la ley arguyendo la confluencia conspirativa del gobierno y la iglesia católica.
El marco interpretativo conspirativo argumenta Marostica fue transitando la orgánica entera del movimiento y movimientos religiosos evangélicos logrando los efectos de movilización a la manera de los nuevos movimientos sociales.
Es interesante detenernos en un hecho analizado por el autor y es que el gran otro antagónico en el discurso evangélico deja de ser el “diablo” y la maldad para pasar a ser la iglesia católica, el foco de antagonismo cambia en la transformación de la coyuntura política y el clima mediático de la opinión pública, lo interesante es que el carácter instrumental de éste redirigir el objeto de oposición del diablo hacia el tandem iglesia-estado resulto mucho más práctico y útil, es que se haya hecho esa lectura es un fenómeno sui generis en el análisis del autor.
De ésta forma el  éxito del marco interpretativo se tradujo en un aumento de la resonancia social en términos culturales lo que ha impactado en sus dinámicas de interrelación como movimiento social para con el resto de los actores y agencias en el concierto social argentino contemporáneo.
Siguiendo con una dimensión bastante distinta de las creencias contemporáneas, particularmente también en escenarios muy distintos al argentino cambiaremos el foco de nuestra revisión al tema de la brujería (o magia) refiriéndonos al trabajo de Henrieta L Moore y Todd Sanders[7]. En el texto los autores reflexionan sobre las aproximaciones occidentales a la brujería en             África desde la mirada de la antropología y desde la mirada más global occidental inmersa en el paradigma de la modernidad con el lente de la racionalidad instrumental como marco interpretativo.
En ese sentido se da cuenta de la relectura de la antropología sobre el fenómeno de la brujería dejando atrás la noción de la etnología de Levy-Bruhl que planteaba la mentalidad “pre-lógica” de los “primitivos” y abandonando también gran parte de la teleología decimonónica del discurso de la modernidad[8]. En ese sentido es interesante destacar que ante la pregunta sobre que es la brujería las respuestas de los distintos autores adoptarán diversas formas de conceptualizar la noción develando en muchas de ellas sesgos y proyecciones culturales que reflejaran más las condiciones de producción discursiva de los autores que las reales categorías de los pueblos africanos objetos de las etnografías. El interés de ambos autores se fundamenta en la vigencia de ciertas ideas aparentemente superadas y la demanda por explicaciones de sucesos sobrenaturales en el mundo contemporáneo. A propósito podemos plantear que las mismas traducciones generan un problema puesto los sistemas lingüísticos de significación no son equivalentes dándose casos en los que en idiomas nativos existen diversos formas para denominar lo que occidentalmente se conoce como brujería, por otra parte debemos advertir que el sólo hecho de hablar de brujería[9] da cuenta de una traducción bastante sesgada ya que supone la figura occidental de la bruja, con toda la carga semántica que el significante bruja implica.
La cristianidad colonial también tendrá un importante impacto en las conceptualizaciones occidentalizadas de la “brujería” africana puesto las nociones de la moral judeocristiana serán relevantes al momento de involucrar las fuerzas del bien y el mal.
Con la influencia intelectual de Evans-Pritchard la antropología británica recogería años después[10] el interés en la bujería africana pero con un marcado interés en sus “dimensiones sociales por sobre las metafísicas” (Moore y Sanders 2001 p-79) es de ésta forma en que las acusaciones de brujería en éstos pueblos fue estudiada en sus funciones sociales, como mecanismos de control y en donde las acusaciones y la posibilidad de sus consecuencias eran perfectamente posibles y creíbles además de absolutamente coherentes con el sistema de pensamiento nativo (en el que el azar no tiene cabida).
En las últimas décadas (fines de los años 80´s) los estudios sobre la brujería tienen un resurgimiento de la mano del trabajo de una serie de investigadores pero ésta vez con un giro tanto teórico como metodológico  y que son precisamente quienes introduciran la crítica a la teleología occidental en las interpretaciones realizadas por los clásicos evolucionistas, también por Levy-Bruhl y también en parte por los británicos funcionalistas. En éste sentido la capacidad de “resistencia”  de creencias y prácticas asociadas a la brujería cuestiona fuertemente el argumento de que la “modernidad destruyo a la tradición”  y que el mundo está plenamente secularizado.
En relación a lo anterior los autores destacan que académicos ha propuesto la noción de “modernidades múltiples” lo que tiene bastante sentido si pensamos en que los tiempos son relativos y heterogéneos  redirigiendo las reflexiones cada vez más dentro de  la diversidad, desigualdades y diferencias.
Relacionado a la brujería revisaremos ahora brevemente algunos planteamiento de Jean y John Comaroff[11] en relación a lo que los autores denominan la “economía de lo oculto” es decir la estructura de producción, circulación y consumo de objetos y prácticas con significados mágicos en una lógica de fines materiales inciciando su análisis con un epígrafe de Max Gluckman a su vez siguiendo a Evans-Pritchard,“nuevas situaciones demandan nueva magia”, lo anterior en el contexto de profundas transformaciones en Sudáfrica en particular y en África en general. La tesis de los autores plantea que detrás es la nueva Sudáfrica (modernizada) coexisten además historias de monstruos, piratería de partes del cuerpo.. éstas contradicciones podían ser explicadas por un fenómeno subyacente  que sería la “economía de lo oculto”, un producto de la situación capitalista contemporánea  dando cuanta de éstas múltiples contradicciones contemporáneas, la “magia de la disparidad” siguiendo la noción de Gluckman .
Las expresiones de la brujería sudafricana no expresarían tanto un renacer del encantamiento como formas de expresión de descontento ante una modernidad que no cumplió con sus promesas, con ello, los diversos autores revisados coinciden en que fenómenos como la brujería y diversas formas de magia no representarían una forma de reminiscencia de lo tradicional sino formas locales, de una modernidad accidentada y múltiple.


  



[1] Ceriani C. “Vampiros en el Chaco: Rumor, Mito y Drama entre los Toba Orientales” “(2008)
[2] en relación a lo anterior un referente más cercano a las temáticas (tanto cultural como geográficamente) los constituye Gordillo y su estudio sobre las leyendas de los diablos entre los Toba en ingenios de San Martín.

[3] Creemos que el deambular de los elders por las calles contribuyeron a marcar la visibilización de es tipo de alteridad.
[4] A esto podemos agregar la campaña de ayuda médica en la que los elders colaboraron en tareas de vacunación.
[5] En el sentido foucaultiano del témino (Foucault 1961,1962, 1966 por ej)
[6] Marostica M. “La Nueva Política Evangélica: El Movimiento Evangélico y el Complot en la Argentina” (2000)
[7] En relación a “magical Interpretations Material Realities: Modernity, Witchcraft and the Ocult in Poscolinial Africa”
[8] Evolución y progreso incluidos por cierto.
[9]Witchcraft en el texto original.
[10] Gluckman, Turner, Marwick, Mitchel entre otros autores.
[11] “Ocult Economies and the Violence o Abstraction: Notes From the South African Poscolony” 2008.

No hay comentarios:

Publicar un comentario