Por: Francisco Astudillo Pizarro
Hace bastante que no ocupaba este
espacio virtual de lo innecesariamente complejo y cotidiano… creo que no lo he
hecho desde que me fui de Chile hace unos meses y precisamente a propósito del
primer concierto al que asisto en tierras argentinas me motiva para re-colonizar
los bits de este blog.
Para quien lea esto sin saber
quien escribe ni desde donde lo hago.. decir que la vida mi pilla en estos
momentos viviendo por acá en Buenos Aires siendo un Copiapino… y no quise
perderme la posibilidad de ver a Plant.
Es extraño hace bastante que
esperaba este momento, de hecho llegué a pensar de que no alcanzaría a
conseguir entrada, asi que luego de conseguirla ésta noche fue un momento que
he esperado mucho durante el último mes, y no por ser “el concierto” al que
decidí ir sino porque además no es cualquier concierto, es “don” Roberto
Planta, o sea estamos hablando de una cuestión que está lejos de interpretarse
como sólo ir a un concierto, hablamos de exactamente de lo que su publicidad
cliché dice que es, es decir “la voz de led Zeppelin”.
Lo que pese a ser un cliché
pegador no deja de ser cierto, es una cuestión de real importancia para quienes
hemos crecido con el rock y para quienes creemos que la música es una de las
más profundas formas de comunicación con
nuestra humanidad. Pero dejo tanta introducción reciclable y voy intentar
traducir las ráfagas de experiencia las vividas
esta noche en el LUNA PARK, la clásica plaza de conciertos trasandina.
Pero se me iba algo, escribía
empezando el párrafo anterior que la experiencia se tornaba extraña, pues en lo
personal he tenido un par de días de harta preocupación porque uno de mis
perros, Boomer se ha perdido en Chile lo que me tiene preocupado y sensible
pues para mi los animales son muy importantes, son reales amigos y no sólo
mascotas, lo fome es que estoy muy lejos de Copiapó mi ciudad, donde se perdió
mi perro.
Es quizás esa sensibilidad extra
la que hizo que esta no fuera además cualquier noche, he estado conectado con
eso que nos hace vulnerables y en esa especial apertura de los sentidos es que
me encuentro con la música de un grande, en un encuentro zeppeliano del tercer
tipo.
Cuando el aparato que uso por
celular marcaba las 21:01 hrs las luces del LUNA PARK se apagan y una voz en
off anuncia la presencia de los “Sensational Space Shifters”,
posteriormente extendiendo los segundos
y haciendo un juego del suspenso que creaba entre quienes en las galerías
creábamos una burbuja de expectación el locutor en off anuncia a nuestro
querido y admirado Robert Plant. El Luna park estalla en felicidad por primera
vez en la noche.
Debo decir que apenas Robert
Plant se arma del micrófono y nos saluda, una
lágrima se fugaba de mi ojo derecho, luego la seco con mi brazo y me siento
feliz, como el resto de la variopinta concurrencia al Luna esta noche. Debo
anunciar que este escrito no busca ser objetivo, de hecho pretende derechamente lo contrario, ser subjetivo..... ni parcial ni banal sólo subjetivo como mi experiencia vivida.
Luego de los saludos de rigor y
de las obvias ovaciones que hicimos a don Robert, el su banda comienzan con el
primer bloque de temas, iniciando la noche con
canciones que iban a buscar construir es atmósfera misteriosa,
innovadora, a la vez densa y transparente a la que este combo juega en cada
presentación, así sonaron “Tin Pan Alley”, “Another Tribe” ambas de su disco
Mighty Rearranger (2005), que jugaban a crear la atmósfera.
“Friends” del led Zep III significo
un primer encuentro con el legado de Zeppelin y fue un segundo comienzo, en una
versión que a su manera, a la manera de los sensacionales alquimistas del
espacio de Robert Plant se aproxima bastante a las formas y sonoridades de su
placa de origen, su aproximación fue bien recibida por quienes habían
constituido su expectativa con el que a mi criterio fue un eslogan inadecuado
de su publicidad, ese que decía Robert Plant “La Voz de Led Zeppelin”,
inadecuado a pesar de ser evidentemente cierto, esto porque la propuesta de
estos transformadores del espacio de la actual gira de Plant, no juegan a la
revisión segura y plana del dorado pasado zeppeliano, su propuesta es notoriamente
más aventurera.
Una interpretación personal del
nombre de la banda, una traducción distinta, una que me hace sentido con lo que
hacen es entender eso de transformadores del espacio como una especie de
alquimismo, en el que esta cofradía de músicos (incluido obviamente Plant) logran transformar
un repertorio, lo que puede jugar en dos direcciones, por una parte para
quienes esperen encontrarse con el clásico recuerdo y ajustado de un legado
brillante como el de Zeppelin probablemente los incomode en alguna medida, a
aquel público que busque ese tributo oficial realizado por un sobreviviente no
encontrará lo que busca. Por otra parte para quienes estén abiertos a experimentar
exploraciones y procesos de transformaciones artísticos, lo de este show y su
forma alquímica de enfrentar un repertorio como el que llevan resulta
enriquecedor.
En ese sentido más aventurera es
su revisita alquimista a “spoonful”, ese clásico de willie Dixon popularizad
para el mundo rockero por Cream es transformada por Plant y su combo alquímico,
desde sonoridades electrónicas y ráfagas rockeras, fluyendo rítmicamente en un
patrón reiterativo que nos acercaba a todos a las puertas de un trance y que en
un proceso casi imperceptible gira a exploraciones sónicas, que ahora nos
llevan a pensar en lo transcultural, en una prosa en juego de idas y vueltas,
de suturas entre sonoridades y formas de pensar la música, las que nos acercan
a esa sonoridad enriquecida de miradas y texturas extra occidentales.
Esa misma vocación por el trance,
que hábilmente esconde una raíz blusera filtrada por detalles contemporáneos insiste
en “Somebody Knocking” como confirmando la intencionalidad artística de
movernos, de descentrarnos de las formas convencionales y llegar a espacios
subjetivos más propios de la sorpresa.
Esas avanzadas dejan entonces una
grieta a través de la que dos espacios combinan sus fluidos, en el que la
exploración sonora de las diversidades sonoras invocadas se juntan con un
número inmortal, la clásica “Perro negro”
(parafraseando las etiquetas blancas de los casettes de otros tiempos), “Black
Dog”……. Era que no, hábilmente transformada en un vehículo para explorar nuevas
e insospechadas latitudes, de aquellas donde la
certeza de su versión original era reemplazada con maestría, así fue
como el riff original es evocado casi en su propia ausencia, casi en una metáfora
en la que lo que se hace presente es una frase distinta, la que funciona como
tal, dando cuenta de esa vocación transcultural, trans sónica, ciertamente
vanguardista, alquimia pura.
La guitarra acústica con
afinación abierta probablemente en DO me dio un mensaje directo, algo así como
el “Sher Heart Attack” (si se nos permite prostituir con respeto el título de
una canción y un disco clásico de Queen), un ataque certero a la emoción, una
de mis favoritas de su repertorio solista, “All the King´s Horses”… toda una
experiencia, la belleza minimalista como posibilidad de aproximación a lo
sublime.. tremenda, una guitarra acústica, la voz de Robert Plant y la sutileza
de acompañamientos puntuales de una guitarra, un bajo y los teclados, la
atmósfera era de una intimidad irreproducible por medios técnicos.. el luna
Park quedaba en silencio, saboreando cada movimiento de la sonoridad de una
canción que a mi criterio fue uno de los momentos más fuertes.. uno de esos
momentos que quieres duren por siempre.
Otra revisita más menos fiel de
la era Zeppelin, la notable “Bron-y-Aur stomp”, un momento que iba a retomar
las revoluciones y un Robert Plant pleno en su performance vocal, un buen
momento en los que almeno pa mi era imposible no pensar en esas tardes en las
que en lugar de hacer las tareas intentaba en vano sacar en guitarra la
imposible y diabólica intro guitarrística de page para la versión original de
esa canción, buenos recuerdos.. lo más gracioso es que nunca llegué a tocar esa
intro.. tampoco los violeros de Plant lo hicieron hoy jejeje.. obviamente que
no por las mismas razones…
“The Enchanter” crea la atmósfera
para uno que fue gran momento en una noche de grandes momentos.. “Four sticks”..
apuesto toda mi subjetividad a que fue la mejor versión en vivo que haya
escuchado nunca de “los cuatro palos” (baquetas), nuevamente esa dialéctica
mágica entre el ajuste misterioso pero simultáneamente abierto a las posibilidades de lo incierto..
posibilidades abiertas otra vez con ejercicios de trance con sabor marroquí…
“Ramble On”… uno de los más ajustados a su
pasado Zepp no desentonaba en la noche sugestiva del Luna Park, de hecho fue
otro gran momento… luego de una partida muy suave, evocadora de esos sonidos folk que abren la canción y bajaban las revoluciones
en la mitad de la segunda cara B del Led Zepp II, es en el primer coro de la
canción donde por fin el Luna Park vuelve a reventarse. Robert Plant jugado al
máximo en su cantar.. un grande, uno de los momentos más disfrutados por su
evocación zeppeliana.
Más otra de esas vueltas alquímicas
sobre el repertorio del blues más clásico pero transformándolo en algo nuevo,
esas paradojas que sólo los grandes pueden hacer bien, extrayendo lo nuevo de
lo viejo.. lo desconocido de lo conocido…. Una gran canción de Bukka White.. esta
vez renombrada como “Funny in my mind (i believe im gonna fixing to die”.. de
alguna forma pagando tribute a la fuente inagotable que fue el blues para toda
una generación de rockeros de la que Plant participó y usufructuó, como sabemos
en mala en conjunto con Page (los dos primeros grandes dos discos de Zepp están
llenos de plagios, muchos de ellos a bluseros clásicos)….
Esa fusión aventurera dejó el
ambiente para una nueva expresión dialéctica entre lo conocido y lo desconocido…
la archi clásica “Whole Lotta Love”… transformada, hecha una escultura de la
regeneración sónica y todo hizo definitivamente perder la compostura a los de
los asientos más caros jejeje..
Con “Whole….” La banda se fue al
descanso y nosotros en la audiencia empezamos a hacernos notar para que la
banda cachara la energía en ebullición, lo que es un clásico, un rito que cruza
las fronteras….
Al ratito vuelve la banda..
Robert Plant se pasea por el escenario agradeciendo la emoción del Luna park……
El encore, el remate de la noche
con dos clásicas del Led Zepp IV, la mágica y simbólica balada “Going to california” una canción
especialmente importante para Plant, que simboliza un viaje espiritual, una
necesidad interior de búsqueda que sería re importante en los Zepp… impecable,
habitada de matices, suspiros y susurros en una versión bastante fiel a la
original………. El estadio emocionado con lágrimas ahogadas y sonrisas de plenitud…
y bruscamente el contraste, la otra cara de la moneda, “Rock and Roll” en una versión
modernísima, arriesgada y con una saludable vocación pop, una transformación que
no sería mal recibida en alguna radio de oferta contemporánea… pero todo el
rato arriba de la pelota.. y con un Robert Plant poniendo toda su energía en
una tremenda interpretación de cierre de jornada, el estadio deslumbrado de
admiración por Plant y sus transformadores del espacio.
Al salir estuve como siempre como buen artesano de lo social.. caminado entre las gentes, escuchando la voz del la tribuna al salir mientras mirábamos el merchandising... la opinión era favorable, aunque había muchos que se sintieron algo descolocados por lo arriesgado del repertorio y de sus formas performáticas, entiendo que es legítimo esperar lo clásico por parte de una fracción importante del público pero me empatizo completamente con la idea de la búsqueda artística de tomar riesgos, ya que es la actitud que ha permitido botar las murallas que impiden los cambios, en eso Plant se ha anotado siempre varios porotos.
No es menor lo de Plant, puede
que mi texto sea subjetivo pero insisto que no parcial no escribo desde el
fanatismo sino desde la experiencia de alguien que fue a experimentar, aceptar
la invitación exploradora de Plant y su combo… hay en lo que hacen (y que Plant
lleva bastante haciendo) mucho de aventura, una actitud radical de no
autocopiarse, de no caer en una repetición artificial y anacrónica de un pasado
glorioso que podría ser usado como un escudo, como moneda de anticipación ante
la expectativa más conservadora de la audiencia
hard rockera, sería fácil ser o hacer ese juego.
Pero lo que Plant hace tiene
vocación transformadora, supone una forma de pensar la música más allá de la
objetivación fetiche del repertorio… es así como alguien podría conocer el set
list que iba a presentar… la canción deja de ser un objeto anclado a su pasado, esclava de su forma y se libera..lo que hacen con ese set list es tomar esas
canciones y abrirlas, transformarlas… tomarlas en cuanto materia y convertirlas
en energía pura… trans es el concepto más adecuado para lo de Roberto Planta y sus shifters, tomando rock, música electrónica, blues, ritmos étnicos, pop y por cierto la herencia zeppeliana y transformándolo en algo distinto de sus fuentes, distinto y profundamente imbricadas, con constantes brotes de sorpresa en una atmósfera re emotiva pero nunca nostálgica.... una cuestión piola, bien integrada, la que pese a lo aparentemente complejo y sofisticado era muy espontáneo.
En la complejidad de ser el mismo
y diferenciarse, de diferenciarse siendo el mismo, alejándose de la fácil tentación de la
mismidad que muy legítimamente captura a muchos artistas, pero no a Plant.
Haciendo con la música, los
sonidos, las atmósferas y las palabras, algo así como la alquimia…………
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